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¿A dónde vas, México?

Coautora Alejandra Salado

Han pasado 26 meses desde que el 1° de diciembre de 2018 Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asumió el cargo como presidente de México y asoman varias preguntas. ¿A dónde vas, México? ¿Qué se ha hecho bien y qué no durante el gobierno de la Cuarta Transformación? ¿Qué puede pasar en las elecciones federales y locales del próximo 6 de junio?

La gestión de López Obrador presenta tonos claros y oscuros nítidos, así como matices entre la luz plena y la oscuridad total. Veamos estas tonalidades con detalle.

Los aciertos de AMLO

AMLO apostó sus fichas internacionales a tener buenas relaciones con los Estados Unidos e incluso optó por no entrar en debate ante las polémicas declaraciones del presidente Donald Trump con respecto al muro. A mediados de 2020 entró en vigor el T-MEC, un acuerdo comercial con Canadá y los Estados Unidos que tiene ventajas para el país, ya que el 80% de las exportaciones mexicanas tiene como destino sus dos vecinos del norte y es una de las apuestas para ayudar a la recuperación económica.

El inicio de la relación con Biden ha sido cautelosa, porque si bien México ha reconocido las recientes políticas que favorecen a la comunidad migrante mexicana, las declaraciones de AMLO marcan un límite ante posibles intromisiones en el tema de seguridad.

El combate a la corrupción es otro aspecto positivo de la gestión del actual gobernante mexicano. El golpe contra al huachicoleo —robo de combustibles por bandas criminales con la complicidad de funcionarios de la petrolera estatal, PEMEX— todavía continúa procesándose y el desenlace final es incierto. Pero ha alimentado la esperanza ciudadana de que se produciría al fin un cambio real. 

El manejo intensivo de comunicación a través de las conferencias de prensa matinales y periódicos informes de gestión instalaron en la opinión pública la imagen de un presidente con autoridad moral que informa a la población. AMLO ha brindado más de 400 “mañaneras” y a pesar de las críticas de quienes consideran que el ritual es demagógico y proselitista, podemos esperar que en el mediano plazo contribuirá a revitalizar la cultura democrática, especialmente entre los jóvenes.

La decisión del Instituto Nacional Electoral de prohibir la transmisión íntegra de las conferencias presidenciales a partir del 4 de abril (cuando se abre el período de campañas para la jornada electoral del 3 de junio) ha reavivado el debate sobre la forma y el contenido de las mismas.  

Las materias desaprobadas

Entre las materias desaprobadas por la opinión pública, el manejo gubernamental de la pandemia de coronavirus ha concitado más rechazo que aprobación. Desde un comienzo, AMLO minimizó la gravedad del brote negándose a dictar medidas sanitarias enérgicas. Contagiado de COVID-19 a fines de enero, es una incógnita para develar saber si revertirá su apatía hacia la emergencia viral.

Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de Salud, se convirtió en la figura visible de la estrategia obradorista, gozando de una popularidad extraordinaria en los meses iniciales de la pandemia. Pero la misma se ha ido erosionando a medida que aumentan el número de víctimas fatales y los niveles de contagios han llevado al sistema hospitalario al borde del colapso.      

La pandemia de coronavirus transparentó las dificultades preexistentes de la economía mexicana. El estancamiento se acentuó con una caída de un 9% del PIB y la pérdida neta de 650 mil empleos formales. Este derrumbe fue acompañado por una disminución de las inversiones pública y privada. La confianza de empresarios y ciudadanos en el futuro se ha ido recuperando discretamente, pero aún se mantiene por debajo de los 50 puntos. El año económico comenzó colmado de incertidumbre.

Antes de la actual emergencia sanitaria, México enfrentaba otra pandemia: la de la violencia. Para resolverla, AMLO continuó la senda militarista de sus antecesores. Además, bajo el lema “becarios sí, sicarios no”, implementó políticas sociales que aún no muestran resultados palmarios. Pero el narcotráfico tiene dimensiones estructurales que son subestimadas por el gobierno mexicano. De ahí su fracaso. Una prueba es el caso del general Cienfuegos, quien fue exonerado de los delitos que se le imputaban sin que se llevara a cabo ningún juicio. La decisión de la Fiscalía General de la República no ha hecho más que aumentar las sospechas sobre la penetración e influencia de las bandas criminales al interior del estado mexicano. 

La gestión e penumbra

Ahora bien, en algunos asuntos la gestión de AMLO se movió entre la media luz y la penumbra y ha dado lugar a interpretaciones polarizadas sin hegemonías claras.

En primer lugar, la cuestión migratoria. Durante su campaña electoral, AMLO propuso un enfoque humanitario en el tema de migración. Sin embargo, desde el inicio de su gobierno la Secretaría de Relaciones Exteriores tomó el liderazgo en el tema y trabajó directamente con la administración Trump modificando la forma de cooperación. Bajo la presión del gobierno estadounidense, México abandonó el enfoque humanitario y adoptó una política que significó un retroceso en las obligaciones del Estado para garantizar los derechos humanos de las personas migrantes.

En este sentido, la política migratoria de AMLO criminaliza y fortalece la discriminación hacia un grupo en situación de vulnerabilidad. Pero al mismo tiempo, ese giro Copérnico recibió el apoyo de la opinión pública que presionaba para que su gobierno contuviera las marchas migratorias.

En segundo lugar, la violencia contra las mujeres y niñas ha ido en aumento durante los últimos años. Ante esta situación, las mujeres de diversos sectores y los movimientos feministas han salido a las calles para manifestarse contra el aumento de los feminicidios, las desapariciones y las violencias machistas. La respuesta del presidente ha sido ambivalente; reconoce el dolor de las mujeres y la gravedad del problema pero minimiza las críticas y evade la atención del mismo.

En tercer lugar, las consultas ciudadanas han sido una recurrente estrategia del gobierno de AMLO que le permitió disminuir el costo de la toma de decisiones en grandes proyectos que polarizan la opinión pública, a saber: Tren Maya, nuevo aeropuerto de CDMX, planta Constellation Brands en Baja California. Las consultas han sido organizadas desde la estructura de su partido y si bien no cuentan con los requisitos mínimos para ser consideradas ejercicios democráticos han funcionado para legitimar sus decisiones.

¿Qué esperar en las elecciones subnacionales y parlamentarias?

A pesar de la crisis sanitaria por la pandemia, la recesión económica y el incremento de la violencia, la popularidad del presidente se mantiene muy alta: 61% de acuerdo con el sitio de agregación de encuestas Oráculus. Los ciudadanos perciben que el Gobierno Federal no tiene la capacidad para enfrentar de manera eficiente la triple crisis y responsabilizan a los gobiernos pasados por las malas condiciones económicas e institucionales en que dejaron el país.

En este contexto, con un líder popular y la ausencia de alternativas viables en la oposición, no se puede imaginar fácilmente una derrota del oficialismo. El tiempo y los electores tendrán la palabra.   

Foto de El Pelos Briseño en Foter.com / CC BY-NC-SA

Autor

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Sociólogo y cientista político. Fue profesor de la Facultad de Economía y Rel. Internacionales de la Univ. Autónoma de Baja California, Campus Tijuana (México). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México (SNI/CONACYT). Doctor por FLACSO-México.

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