El pasado viernes 05 de abril, el mundo miraba con estupor la incursión de fuerzas de seguridad ecuatoriana a la embajada mexicana en Quito. Una acción policial que además de suponer una flagrante violación al derecho internacional, marca un peligroso precedente político sobre el bastante maltrecho derecho de asilo. Acto de fuerza que no solo ha suscitado preocupación por la seguridad diplomática, sino que también ha levantado interrogantes sobre el respeto a la soberanía de las misiones diplomáticas en territorio extranjero.
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