El pasado 26 de junio, a plena luz del día en las calles de La Paz, Bolivia se registró un intento de golpe de Estado, liderado por el general del ejército Juan José Zúñiga. Una nueva crisis político-militar que dejó de manifiesto tanto la fragilidad institucional boliviana, así como la persistencia de la sombra del intervencionismo militar en la política de este país andino. Una operación militar, que si bien no dejó víctimas mortales, refleja el retorno de la inestabilidad política, la cual se ha agudizado con las sostenidas fricciones internas en el partido de gobierno MAS (Movimiento Al Socialismo).
Con el paso de las horas el presidente Luis Arce, aún en funciones, parecía haber salido fortalecido después de enfrentarse a este segmento rebelde de las fuerzas armadas. Un intento de golpe fallido que duró casi tres horas y que finalizó con la aprehensión del propio general Zúñiga, quién aseguraba en sus primeras declaraciones, estar molesto por su destitución el día anterior a su breve aventura armada.
Es importante destacar que lo vivido en los últimos días en Bolivia, guarda estrecha relación con su turbulenta historia polítco-militar, en la que se contabilizan 190 intentos de golpes de Estado desde su independencia. Siendo el componente armado un factor de poder dispuesto a una mayor beligerancia en situaciones de inestabilidad política como la registrada durante los últimos años. Especialmente desde 2020 cuando Arce asumió la máxima magistratura del Estado, con la promesa de superar la profunda crisis política en la que los militares tuvieron también un rol arbitral ante las irregularidades electorales de aquel año.
En el marco de esta disputa de poder, la conmoción militar, protestas ciudadanas, cuestionamientos con el encarcelamiento de opositores y una economía en serias dificultades ¿podría decirse que Arce habría salido fortalecido de este intento de golpe de Estado? ¿Qué desafíos enfrenta hoy la institucionalidad democrática del Estado boliviano? Y en especial cabría preguntarse ¿qué impacto pudiera llegar tener estos incidentes de cara a las elecciones del próximo año 2025? De momento lo que parece claro es que aquella estabilidad política, que tantas veces incluía en sus discursos Evo Morales, parecieran ser cosa del pasado en la Bolivia actual.