En los últimos días, la relación diplomática entre Argentina y España ha sufrido un notable deterioro debido al intercambio de insultos y demás gestos inamistosos entre el presidente argentino Javier Milei y el Jefe de Gobierno español Pedro Sánchez. Declaraciones que además de apelar al identitarismo ideológico, en buena medida reflejan la precarización y polarización que tiene la comunicación diplomática contemporánea. De momento el llamado a consultas de la embajadora española en Buenos Aires no se ha replicado por el gobierno argentino, esta fricción tiene implicaciones que trascienden el ámbito y pudiera llegar a tener repercusiones hasta en las relaciones comerciales entre dos países hermanados histórica y culturalmente.
Y es que España es el tercer inversor más importante de acuerdo al Banco Central de Argentina, y el más importante de toda Europa, superando incluso la creciente presencia China. Una lista en la que solo le superan los EEUU y Brasil. Sin contar el histórico vínculo demográfico y cultural que desde siempre han enraizado ambos pueblos.
Las declaraciones de Milei se producen durante un discurso en un evento de partido realizado en España, tras evitar ser recibido por las autoridades españolas con el protocolo diplomático habitual. Lo cual además de representar en sí mismo una declaración de intención, adicionalmente ha proferido acusaciones de corrupción a la esposa de Pedro Sánchez, que si bien es un tema que investiga la justicia española, no hay sentencia en firma aún que sostengan tal acusación.
Por su parte, diferentes representantes del gobierno español durante semanas no han reparado en proferir insultos también al presidente argentino. Con lo cual buscar posicionarse ante la opinión pública, como antagonistas de lo que incluso han llegado a calificar de «fachos-fera» para referirse a sus adversarios políticos, tanto nacionales como internacionales. De modo que crispación, la ofensa y exacerbar la polarización política ha devenido en una constante en el deterioro de la vida democrática de nuestro tiempo. Ambos mandatarios, harían bien en recordar que representan a sus ciudadanos y no solo a los militantes de sus partidos, y que además antes las diferencias propias de la política, la diplomacia ofrece múltiples métodos para propiciar el diálogo y entendimiento entre España y Argentina.
Ante esta evitable escalada de hostilidades discursivas a ambos lados del Atlántico ¿qué elementos políticos podemos destacar en el marco de estas tensiones y qué implicaciones políticas pudieran llegar a tener?
Analistas:
Jacqueline Jiménez Polanco (entrevistada)