Ecuador es la nación que inaugura el calendario electoral latinoamericano del 2025. Más de 13 millones de ciudadanos están convocados a participar en las elecciones generales previstas para el próximo 09 de febrero y que además de elegir asambleístas, determinará la presidencia de la República para el período 2025-2029. Un proceso comicial con el que cierra el período que inició el expresidente Guillermo Lasso, tras invocar la «muerte cruzada» en 2023 por primera vez y adelantar elecciones para el resto del mandato. Elecciones en las que resultaría el actual presidente Daniel Noboa, la principal figura del panorama electoral del 2025.
Un año y medio después de aquella conmoción institucional sin precedentes en la historia reciente, el sistema político ecuatoriano ha seguido inmerso en una profunda crisis de seguridad y descrédito institucional que marca el actual panorama electoral. Tanto el actual presidente Daniel Noboa, como la principal líder de oposición Luisa González y los demás 14 aspirantes, más allá de sus promesas de campaña y los resultados de ambas vueltas, tendrán por delante una difícil tarea para reconstruir la gobernabilidad democrática del país.
Todo lo cual ocurre mientras se agudiza las tensiones entre el Presidente y su vicepresidente Verónica Abad, erosionando su propia base de apoyo electoral tras mantener a la opinión pública en un fuego cruzado de acusaciones y acciones judiciales, con un considerable impacto en la propia dinámica electoral. En este sentido, cabría preguntarse ¿Noboa podrá mantenerse como factor de poder al frente del anti-correísmo? Por su parte, tras su derrota en el 2023 ¿el correísmo podrá tener la capacidad de aglomerar voluntades para recuperar el favor electoral?