Al asumir que las relaciones comerciales son un juego de suma cero en el que para ganar el otro debe perder, y que un déficit comercial refleja perder y un superávit ganar, el presidente Trump revela un simplismo alejado de las dinámicas del comercio internacional.
Más que redefinir su estrategia de negociación, la región necesita equilibrar el poder relativo y elevar el costo de un incumplimiento para Estados Unidos. Por eso es fundamental que los países con TLC —e idealmente todos— coordinen su respuesta.
Trump aduce ser explotado por el resto del mundo, cuando los Estados Unidos han sido arquitectos y beneficiarios de la globalización de la que ahora se declara víctima su presidente.