El apoyo de los canadienses a los nuevos inmigrantes que ingresan al país se ha deteriorado gradualmente desde la pandemia, siguiendo un patrón de incitación del sentimiento antiinmigrante por parte de políticos de derecha.
Los gobiernos canadienses (tanto liberales como conservadores) han mantenido una política que se puede calificar de ambigua, y en muchas ocasiones de contradictoria, con respecto al régimen cubano.