El cruce de ideas entre Fernández y Lacalle Pou (“liberarse del corsé” vs. “bajarse del barco”), menor y anecdótico, quedará registrado sin embargo, como un episodio que refleja las diferencias existentes y sus implicancias: una eventual bifurcación de caminos entre los países del Cono Sur.
En su condición de anfitrión de la cumbre virtual celebratoria del 30 aniversario del Mercosur, el pasado 26 de marzo, el presidente argentino Alberto Fernández protagonizó con su par uruguayo Luis Lacalle Pou un cruce de frases que dejó expuestas las grietas del bloque regional. El mandatario uruguayo reclamó que el Mercosur “no se convierta en un lastre o corsé”. El Presidente argentino recogió el guante y respondió en forma airada: “no queremos ser un lastre para nadie… y si somos un lastre, que tomen otro barco”. La respuesta dejó a la Argentina virtualmente en “off side” respecto de sus socios y vecinos. Ocurre que Lacalle Pou llevó las voz cantante de la posición que tienen además los gobiernos de Brasil, Paraguay, a favor de flexibilizar la actual estructura arancelaria.
Puede ser que esta última alternativa no sea la que más contribuya al fortalecimiento del mercado común, que se conformó con la idea de alcanzar una verdadera coordinación macroeconómica y hoy muestra un archipiélago de realidades nacionales que corren cada una por su lado. Pero plantear el desacuerdo existente como una discusión entre modelos rígidos de “unión aduanera versus zona de libre comercio” es, además de un error estratégico, una muestra de debilidad relativa que puede dejar a la Argentina en franca minoría dentro del bloque y al bloque mismo en una virtual parálisis.
La cuestión se dirimirá este 22 de abril, cuando se reúnan los cancilleres y ministros de Economía de los países miembros para revisar el Arancel Externo Común (AEC).
El presidente Fernández dijo no creer que una reducción parcial y lineal del Arancel Externo Común (AEC) del Mercosur para todo el universo arancelario “sea el mejor instrumento, frente a la posibilidad de nuevos acuerdos con otros países”. La propuesta argentina se basa en “preservar el equilibrio entre los sectores agroindustriales e industriales” y “la coordinación de políticas macroeconómicas, “para continuar avanzando hacia el consenso de mercado común”.
Hay bastante coincidencia entre los expertos y especialistas acerca de la necesidad de un diálogo constructivo entre los miembros del Mercosur para sostener el bloque para encarar los problemas de competitividad y asimetrías que afectan la inserción en el mundo. Estos problemas, a los ojos de los “aperturistas”, responden también a una apertura tardía y a la falta de reformas estructurales que siguen pendientes. Como señala el especialista argentino en negocios internacionales Marcelo Elizondo, “desde hace años Latinoamérica pierde relevancia como actor del comercio internacional y poco puede esperarse de una estrategia hacia la propia región. En cambio, otros mercados dinámicos invitan a desarrollar acciones de inserción internacional”.
Algunos indicadores ilustran esta estimación: mientras Latinoamérica genera hoy solo 3,3% de todas las importaciones mundiales, Asia lo hace en 32,2% (10 veces más). Las regiones con mayor participación en las importaciones mundiales son Europa (que genera 36,5% del total y dentro de la cual la UE explica 29,5%), Asia (32,2%) y Norteamérica (18,6%). Luego, Latinoamérica y África generan cada una poco más del 3% del total planetario.
Mirado en escalas temporales más amplias, Latinoamérica es la región que más participación en las importaciones mundiales ha perdido: generaba más de 10% del total a mediados del siglo XX, 6% del total a mediados de los años 60, y continuó en baja desde entonces de tal modo que su incidencia mundial actual es apenas un tercio de la de mediados del siglo pasado. Mientras tanto, Asia (la región de mayor alza en su relevancia relativa) creció en su participación desde 14% en aquel tiempo hasta el 32% actual. Puede agregarse a ello que, en las últimas 5 décadas, Europa perdió algo de participación (desde 53% a 36%) y América del Norte la mantuvo estable.
Si se analiza por países, entre los 30 mayores importadores mundiales hay 12 mercados de Asia (entre ellos China, Corea del Sur o India pero también Taiwán, Singapur, Tailandia y Malasia); 8 de la UE; los 3 de América del Norte y solo un sudamericano (Brasil), al que puede adicionarse a México. Para la propia Argentina, Asia ha adquirido una creciente relevancia y en 2020 fue el continente más abastecido por exportaciones argentinas (superando a Latinoamérica y Europa, que la siguieron en incidencia). A ello se suma la reconfiguración geo-económica global que supone la constitución del tratado de libre comercio RCEP en Asia, que reúne a los países del ASEAN (China, Japón, Corea, India, Australia y Nueva Zelanda).
Esto es lo que está detrás de los reclamos de Brasil y Uruguay, que buscan apertura para abandonar el modelo autonomista del bloque. “El acceso desde nuestros países a aquellos mercados lejanos está dificultado porque, mientras nosotros no tenemos acuerdos comerciales con ellos, sí los tienen nuestros competidores -y hasta vecinos como Chile y Perú- lo que hace más complejo el ingreso para nuestros productos y empresas en ellos”, sostiene Elizondo.
El cruce de ideas entre Fernández y Lacalle Pou (“liberarse del corsé” vs. “bajarse del barco”), menor y anecdótico, quedará registrado sin embargo, como un episodio que refleja las diferencias existentes y sus implicancias: una eventual bifuración de caminos entre los países del Cono Sur. La “patria chica” de los nacionalismos estrechos, en nombre del “interés nacional”, le gana a la declamada “patria grande” cuando los líderes no saben sobreponerse a las señales desafiantes del contexto global y regional con una visión compartida y superadora y con acuerdos estratégicos que lleven esa visión a realizaciones concretas.
*La versión original de este texto fue publicada en Clarín, Argentina
Foto de MERCOSUR – MERCOSUL
Autor
Cientista político y periodista. Editor jefe de la sección Opinión de Clarín. Prof. de la Univ. Nac. de Tres de Febrero, la Univ. Argentina de la Empresa (UADE) y FLACSO-Argentina. Autor de "Detrás de Perón" (2013) y "Braden o Perón. La historia oculta" (2011).