Entre acusaciones, imputaciones e investigaciones judiciales ha transcurrido buena parte de la legislatura que dirige Pedro Sánchez como Jefe de Gobierno en España. Un mandato que proviene de una moción de censura contra Mariano Rajoy hace 7 años, precísamente por estar implicado en varias tramas de corrupción. Si bien buena parte de estos escándalos de presunto tráfico de influencia, prevaricación y desvío de fondos públicos aún sigue su curso judicial, el gobierno ha hecho costumbre emplear una narrativa exculpatoria dirigida contra sus opositores políticos, pero en especial contra jueces y periodistas. Generando un importante deterioro democrático y manteniendo en la opinión pública una exacerbación de la polarización en la que los extremismos hacen cada vez más difícil la convivencia democrática. Una forma de gestión en la que mantener a «la derecha fuera de las instituciones» ha sido su principal argumento legitimador, pero que en la práctica ha mantenido al país dividido y al sectarismo identitario instalado en la vida pública. Generando desconfianza y hartazgo en la ciudadanía tal como lo ha reportado desde hace años el propio Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Hablamos de un sistema político en el que sus dos fuerzas políticas tradicionales y predominantes, no han sido capaces de generar acuerdos, ni consenso de gobernabilidad que estén libre de acusaciones cruzadas. Empleando la lógica sectaria del «amigo-enemigo» y la polarización como mercancía política para pactar inestables alianza con partidos minoritarios a los extremos del arco ideológico. Entretanto, con el paso del tiempo la coalición oficial ha fortalecido su capacidad de sortear estas contingencias en los márgenes del estado de derecho, buscando la hegemonía del relato en los medios, erosionando los controles institucionales y en especial dividiendo aceleradamente a la sociedad española.
En Mirada Semanal decidimos examinar in extenso este complejo entorno político, las particularidades de su diseño constitucional y en especial cómo se manifiesta en España el deterioro democrático nuestro tiempo. Para lo cual la perspectiva comparada y la sociología de las tensiones tradicionales de su sociedad, son imprescindibles para entender este caldeado contexto político.