Tras la publicación de la nueva National Security Strategy 2025, Donald Trump vuelve a poner en el centro de la política de defensa nacional la recuperación su área de influencia geográfica continental. Un documento en el que se desarrolla el «corolario Trump de la doctrina Monroe» y desde el que entiende las amenazas, los aliados, las potencias contendientes y su propio papel en el mundo. Una hoja de ruta política e ideológica con la que interactuar en una escena global cada vez más fragmentada ante la influencia de actores como China, Rusia, Irán, India, la Unión Europea entre otros.
Este documento deja clara la beligerancia y rivalidad internacional entre grandes potencias, en especial China, actor global descrito como el principal desafío estratégico de largo plazo, no solo en el plano militar, sino también en los ámbitos tecnológico, económico y normativo. En el caso particular de Rusia, representa un actor internacional disruptivo que amenaza en la arquitectura de seguridad heredada de la posguerra fría en toda la región euroasiática. Frente a ambos, Washington apuesta por una política de disuasión reforzada, de incentivos selectivos y una modernización acelerada de sus capacidades militares.
En el plano hemisférico el énfasis radica en la seguridad fronteriza, el control migratorio, la lucha contra el narco-terrorismo y la resiliencia económica como componentes centrales del poder nacional. El mensaje es inequívoco: sin control hemisférico —de fronteras, cadenas de suministro y sectores estratégicos— no hay liderazgo global sostenible. Incorporando además el estilo transaccional con los aliados tradicionales bajo la lógica de reparto selectivo de riesgos y beneficios. Una doctrina de «reclutamiento» de alianzas y expansión de intereses comunes.
En este episodio de Mirada Semanal, buscamos examinar esta nueva Estrategia de Seguridad Nacional, a la luz de la política exterior del segundo mandato de Donald Trump y en especial ponderando implicaciones por el reciente despliegue militar en el Caribe oriental. ¿Qué elementos del pasado toman forma nuevamente en esta doctrina, y qué aspectos podrían considerarse novedosos respecto a administraciones del pasado reciente? ¿cuáles serán sus efectos para América Latina y el orden internacional?
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