Entrevista al Dr. en Historia Carlos Becerril | 32do. episodio.
Las independencias hispanoamericanas tienen en el bicentenario de centroamérica uno de los episodios más contrastantes de la historia política regional. El 5 de noviembre de 1811, poco más de un año después de aquel «grito de dolores» que hiciera el padre Miguel Hidalgo en Guanaguato. Al sur en San Salvador la élite local conformada por criollos y religiosos, replicaron a su manera una sublevación contra la autoridad principalmente guatemalteca. Aquella rebelión no conseguiría expandirse entre los demás cabildos, pero habría despertado la disconformidad y el espíritu autonómico. Después de nuevos levantamientos y ante la consolidación del Plan de Iguala en México, para el 15 de septiembre de 1821 se firma el acta de independencia. Como si se tratase de una honda expansiva, la Capitanía General de Guatemala se sumaría a un complejo proceso de emancipación ya para entonces inevitable.
Un torrente turbulento de acontecimientos, no siempre coherentes en cuanto a la direccionalidad política. Que si bien no implicaron grandes episodios de armas como ocurrió en otras latitudes de la región, no estuvieron eximidas de contradicciones y fuertes choques de intereses locales. Se iniciaba un proceso enmarcado en la crisis trasatlántica de principios del siglo XIX, en el que estos territorios en pocas décadas pasarían de ser capitanías e intendencias de la monarquía hispánica, a integrarse en un imperio mexicano naciente. Posteriormente pasarían a constituirse en una breve confederación y finalmente a organizarse como repúblicas independientes. Sin embargo de aquellos años no nacieron las repúblicas de la centroamérica de nuestros días. Esas tardarían en ir apareciendo hasta 1838 posteriormente a la guerra civil.
La independencia tranquila
Cabe destacar que incluso durante los años del imperio español, estos territorios gozaban de un vida sosegada y una prosperidad agrícola modesta, que las mantenía al margen hasta de la propia conflictividad del disputado Caribe de su tiempo. Este temperamento pacífico quedaría también impreso en un proceso sin épicas campañas ni próceres bélicos continentales al estilo de San Martín, Sucre, O´Higgins o Bolívar. De hecho, el carácter preeminentemente civil y hasta parlamentario, daba cuenta del sustrato social de aquellas élites criollas. Comerciantes, sacerdotes, abogados, y demás figuras públicas ligadas a los cabildos locales, serían los precursores. Figuras históricas poco vinculadas al mundo militar que imponía la política de aquellos años.
En el caso centroamericano, más que lucha de independencia, sería una lucha por llenar el vacío de poder dejado por la monarquía española a partir de aquel septiembre de 1821. Al punto, que las élites criollas españolas se quedarían al mando, como ocurrió con el último capitán general de Guatemala, el vizcaíno Gabino Gaínza, quien también fue el primer presidente de este nuevo Estado naciente.
El entrevistado
Para el abordaje de esta continuación analítica me acompaña, Carlos de Jesús Becerril. Abogado y Doctor en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Profesor de Derecho Fiscal y Licenciado en Derecho por la Universidad de las Américas Puebla, así como de la Universidad Anáhuac, en México.
Con su apoyo analizaremos las mentalidades institucionales de su tiempo, la realidad geopolítica de esta emancipación, el contexto económico de la región y sobretodo los desafíos que tendrían por delante Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Lo cual nos permita una visión de conjunto sobre el bicentenario de Centroamérica.