La inflación alimentaria, agravada por crisis globales y fenómenos climáticos, amenaza la salud pública en América Latina al encarecer las dietas saludables y profundizar la malnutrición y las desigualdades.
Hay 33 años de diferencia en esperanza de vida entre el país más longevo y el más vulnerable. No es porque el primero tenga hospitales más modernos; es porque tiene sociedades más justas.