La salud mental dejó de ser un asunto individual y se volvió una deuda social: en una región marcada por la precariedad y la soledad, América Latina necesita convertir el bienestar emocional en prioridad pública.
La inflación alimentaria, agravada por crisis globales y fenómenos climáticos, amenaza la salud pública en América Latina al encarecer las dietas saludables y profundizar la malnutrición y las desigualdades.
Hay 33 años de diferencia en esperanza de vida entre el país más longevo y el más vulnerable. No es porque el primero tenga hospitales más modernos; es porque tiene sociedades más justas.