Toda sociedad y toda nación requieren de una dosis de optimismo para avanzar. Los valores positivos como bienestar y desarrollo humano están asociados a la felicidad y el optimismo. Es lo que ocurre con Dinamarca, Noruega y Finlandia, campeones del Índice de Progreso Social, mientras que Costa Rica se encuentra en el lugar 39, atrás de Chile (37) y Uruguay (38) en la región. Este optimismo también beneficia y profundiza los valores democráticos, fomenta la confianza en nuestros pares y promueve las discusiones sanas y facilita la promoción de mejoras. Pero vale preguntarse: ¿esa perspectiva positiva del futuro adviene de movilizar la ciudadanía? ¿Llega a fortalecer la participación ciudadana? ¿Consigue promover la movilidad social?
En retrospectiva, usando el caso costarricense, a primera vista se concluye que los avances del estado social de derecho en este país convalidan tales afirmaciones. Sin embargo, los sistemas se desgastan y requieren ajustes en diferentes medidas para seguir funcionando, lo que genera niveles de desacople con las expectativas y, por lo tanto, de pesimismo. Así es que, a pesar de los beneficios que trajo en el pasado, hoy por hoy la sociedad costarricense convive con el enojo, el pesimismo, la desesperanza y la violencia, sentimientos y percepciones que aparecen en las encuestas y también son palpables en investigaciones cualitativas.
De acuerdo con la consultora Borge y Asociados (en colaboración con la Revista PODER), una mayoría de los ciudadanos de Costa Rica (53,9%) se definen como personas positivas, y destacan aspectos como la solidaridad y la amabilidad. Por otro lado, más de cuatro de cada diez individuos se perciben como negativos, cuyos principales valores adversos son la violencia y la indiferencia, lo que sugiere áreas de preocupación social. Finalmente, un 5,4% de los encuestados no supo responder a la pregunta, lo que podría reflejar una falta de autoevaluación o incertidumbre sobre sus propios valores morales. Estos resultados proporcionan una visión clara y matizada de la autopercepción de los costarricenses.
Podría entenderse que la autopercepción en términos de valores morales revela dos caras acerca de la sociedad actual. Por un lado plantea la hipótesis de una sociedad “herida” o “quebrada”, lo cual abre puertas para luchas sociales del tipo “ricos versus pobres” y “colaboradores versus empresas”, de ahí surgen temas como las jornadas 4×3 (4 días de trabajo por 3 de descanso). Pero también muestra una cara en donde la democracia costarricense todavía cuenta con bases sólidas a las que agarrarse. Un ejemplo de esto último es la marcha para conmemorar el Día Internacional del Orgullo, el pasado 30 de junio, así como la marcha del Día del Agricultor, ambas muy concurridas, símbolos y ejemplos de participación cívica en donde confluyeron diversos sectores.
La perspectiva optimista
La tendencia mayoritaria de los costarricenses a identificarse como personas positivas sugiere una predominante autoimagen saludable y una inclinación hacia la autoestima y la autoaceptación. Valores como la solidaridad y la amabilidad, frecuentemente destacados, son indicadores de un enfoque prosocial, donde los individuos valoran la cooperación y las relaciones interpersonales positivas. Esta autoimagen positiva puede estar asociada con un mayor bienestar emocional y una mejor salud mental, ya que la percepción de uno mismo como persona moralmente buena tiende a promover sentimientos de satisfacción y orgullo personal.
También, la mayoría de los costarricenses que se perciben de manera positiva reflejan una cultura que valora y promueve la solidaridad y la amabilidad como pilares fundamentales de la convivencia social. Esta percepción positiva puede estar influenciada por narrativas culturales y educativas que destacan la importancia de estos valores en la sociedad costarricense. La prevalencia de una autoimagen positiva también podría estar relacionada con políticas y programas que fomentan el desarrollo comunitario y la cohesión social. La significativa proporción de individuos que se perciben negativamente sugiere la existencia de tensiones sociales y posibles divisiones en la sociedad.
El ángulo pesimista
Por otro lado, el hecho de que un 40,7% de los encuestados se perciban como negativos indica una notable autocrítica y posiblemente niveles de autoconcepto negativos o problemas de autoestima en una parte significativa de la población. La mención de valores negativos como la violencia y la indiferencia sugiere que estas personas pueden estar experimentando conflictos internos o sentimientos de culpa y vergüenza, lo que podría influir negativamente en su bienestar emocional.
Esta autopercepción negativa también podría estar relacionada con experiencias de vida adversas, contextos familiares difíciles o ambientes sociales conflictivos. Este debe ser un dato que como sociedad nos llame a reflexiones profundas, a buscar conversar sobre el tema y a solucionarlo, ya que este sentimiento podría estar traduciéndose en situaciones individuales extremas como el suicidio, que es un ejemplo del impacto de las percepciones negativas en una sociedad. Datos de la Oficina de Investigaciones Judiciales del país reflejan un aumento sostenido en las estadísticas de suicidios entre 2018 (395) y 2022 (429); un incremento cercano al 10% en menos de 10 años.
La percepción de valores negativos como la violencia y la indiferencia puede estar vinculada a problemas estructurales como la desigualdad, la inseguridad y la falta de oportunidades, que afectan a la vida cotidiana de muchos ciudadanos. Esta autopercepción negativa puede ser un reflejo de experiencias de marginalización o exclusión social.
Las discusiones democráticas requieren de paz social para promover la movilidad social y que las personas “no se maten” entre ellas por el resultado de un partido de fútbol o por una colisión “mínima” en carretera. Si tenemos una ciudadanía con una alta autopercepción negativa, será más sencillo promover la violencia y la destrucción de la democracia como sistema de convivencia. En conjunto, estos resultados ofrecen una comprensión profunda de la autopercepción moral de los costarricenses, reflejando tanto sus aspiraciones y fortalezas como los desafíos y áreas de preocupación dentro de la sociedad.
Autor
Director y consultor de la consultora Borge y Asociados. Master en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política de la Universidad Pontificia de Salamanca, España.
Abogado y director desarrollo estratégico institucional en la Asamblea Legislativa (Costa Rica). Doctorando en Gestión Pública y Ciencias Empresariales en ICAP.