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La interferencia corporativa en la salud pública alimentaria: una lucha continental

Expertos alertan que la industria de ultraprocesados bloquea políticas públicas en América Latina y agrava la crisis alimentaria.

La salud alimentaria en América Latina no está determinada únicamente por decisiones personales o culturales, sino que está profundamente condicionada por la interferencia sistemática de las corporaciones de productos ultraprocesados en las políticas públicas. Este fenómeno se ha vuelto un obstáculo estructural que impide avanzar hacia dietas saludables. En el reciente foro Interferencia de la industria alimentación en las Políticas Alimentarias en América Latina, organizado por la ONG El Poder del Consumidor en la ciudad de México el pasado 16 de julio, expertos de la región denunciaron el poder político de la industria y su rol en la epidemia de obesidad y enfermedades no transmisibles.

Un foro necesario: el poder detrás del plato

El evento reunió a voces clave de Brasil, Colombia, Ecuador y México. Se abordaron estrategias utilizadas por corporaciones para impedir o debilitar las políticas públicas que protegen la salud. Ana María Maya, del Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC), expuso cómo el marketing dirigido a niños, las alianzas con gobiernos y la captura de espacios públicos se han convertido en herramientas para posicionar productos ultraprocesados. Desde FIAN Colombia, Alejandra Niño subrayó la dimensión de los derechos humanos: el acceso a una alimentación adecuada es un derecho vulnerado por intereses privados. La industria desplaza alimentos frescos con productos hipercalóricos y poco nutritivos.

También se señaló el peso del comercio internacional y los tratados de libre comercio en la configuración de entornos alimentarios desfavorables. Las políticas de etiquetado, impuestos saludables o restricciones publicitarias son frenadas o debilitadas bajo presión empresarial.

El contexto epidemiológico: obesidad como síntoma de un sistema enfermo

Entre 1990 y 2016, la prevalencia de obesidad infantil y adolescente se triplicó en América Latina. Este aumento no es casual. Se dio en paralelo a una transformación radical de la dieta y el entorno alimentario.

El auge de los productos ultraprocesados —bebidas azucaradas, snacks salados, cereales endulzados— está vinculado directamente al avance del modelo neoliberal. Un modelo que, en nombre del libre mercado, permitió que las corporaciones ingresen sin restricciones en escuelas, universidades, hospitales, comunidades rurales y urbanas.

Hoy, seis de cada diez muertes en la región se relacionan con enfermedades no transmisibles, muchas derivadas de dietas inadecuadas. Cada año, más de 600.000 personas mueren por causas atribuibles a la mala nutrición.

Barreras políticas: cuando el dinero manda más que la salud

Uno de los temas centrales del foro fue la dificultad para implementar políticas públicas efectivas. Aunque existen recomendaciones internacionales claras —como impuestos a bebidas azucaradas, etiquetado frontal, regulación del marketing dirigido a niños—, su implementación es escasa o débil.

¿Por qué? Porque enfrentan un poder económico convertido en poder político.

Las corporaciones financian campañas, presionan a legisladores, siembran dudas científicas, se infiltran en instituciones educativas y promueven discursos de responsabilidad individual. Así se neutralizan políticas basadas en evidencia científica. Los países que han logrado avances, como México con el etiquetado de advertencia, han enfrentado batallas legislativas, judiciales y mediáticas. La industria no se limita a cabildear: amenaza, litiga y desinforma.

Estrategias de interferencia: un manual no escrito, pero ejecutado

Durante el foro se identificaron patrones comunes en la región. Entre ellos se encuentra la captura de políticas públicas, que ocurre mediante fundaciones filantrópicas a través de las cuales las corporaciones logran sentarse en las mesas de decisión. También se destacó el uso del discurso de responsabilidad individual, que culpabiliza al consumidor e invisibiliza los determinantes estructurales. Otro patrón es el marketing agresivo dirigido a niños, que convierte a las escuelas en canales de distribución de productos no saludables. Además, se señaló la disuasión científica, donde las corporaciones financian estudios que contradicen la evidencia pública. Por último, se mencionaron las campañas de desinformación, que manipulan redes sociales y medios tradicionales con el objetivo de erosionar el apoyo ciudadano.

Estas tácticas no son improvisadas. Forman parte de una estrategia regional coordinada. La industria opera con inteligencia y sin ética.

Hostigamiento digital y presión institucional: nuevas formas de intimidación

Durante el foro, Alejandro Calvillo, fundador de El Poder del Consumidor, denunció el creciente uso de redes sociales como herramienta de ataque por parte de la industria alimentaria. Mencionó que activistas y académicos críticos han sido blanco de campañas sistemáticas de desprestigio y troleo digital, destinadas a silenciar voces incómodas. Por su parte, Christian Torres, coordinador del área de interferencia de esta misma organización, alertó sobre formas más graves de intimidación: desde amenazas legales hasta el uso de software de espionaje en contra de quienes impulsan políticas basadas en evidencia. Ambos coincidieron en que estas acciones buscan sembrar miedo, desmovilizar la participación ciudadana y debilitar la vigilancia pública. La intimidación no es un efecto colateral; de hecho, es una estrategia deliberada para preservar el status quo del poder corporativo. 

¿Qué sigue?: recuperar el control público de la alimentación

El foro concluyó con un llamado urgente a repensar la gobernanza alimentaria, resaltando que la salud de la población no puede quedar en manos del mercado. Se destacó la necesidad de construir una nueva arquitectura política que priorice el interés público por encima del lucro privado. Esto implica asegurar la independencia científica y regulatoria, blindar las políticas públicas frente a los conflictos de interés mediante mecanismos de transparencia, prevención y mitigación, garantizar presupuestos suficientes para la educación alimentaria y revalorizar los sistemas alimentarios locales y sostenibles.

Una narrativa que debemos cambiar

La historia de la alimentación en América Latina ha sido escrita por quienes tienen el poder. Es hora de cambiar la narrativa. De poner en el centro la vida, no el capital.

Como se afirmó en las ponencias, no se trata solo de un problema de salud pública. Es un tema de justicia social, de democracia alimentaria, de dignidad. La región tiene recursos, conocimientos y movimientos para resistir. Lo que falta es decisión política y presión social organizada. Y eso es precisamente lo que este foro buscó construir: un espacio de encuentro para la indignación informada y la acción colectiva.

Autor

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Nutricionista por PUCE y Salubrista Público por USFQ, diploma en Políticas Públicas por FLACSO. Ha coordinado proyectos de salud reconocidos por OPS y trabajado como consultor internacional. Actualmente, es docente en PUCE, enfocado en nutrición comunitaria y salud pública.

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