La acelerada deriva autoritaria de Estados Unidos bajo la administración Trump plantea graves riesgos para la democracia y la estabilidad en toda América Latina.
Las relaciones humanas —más que el ingreso o los recursos materiales— emergen como un pilar decisivo del bienestar, revelando que la pobreza también se manifiesta en la fragilidad de nuestros vínculos y de la confianza social.
América Latina se enfrenta a su propia contradicción: condena la injerencia externa en Venezuela, pero guarda silencio ante el autoritarismo y la crisis democrática dentro del país.
Bolivia inicia una nueva etapa bajo Rodrigo Paz, quien marca un giro del estatismo ideológico hacia un pragmatismo de mercado y descentralización del poder.
La propuesta de eliminar el financiamiento público a los partidos en Ecuador reaviva el debate sobre el futuro de la democracia y los riesgos de una política dominada por intereses privados.