El 16 de mayo, el presentador de televisión Luciano Huck concedió una entrevista al periodista Pedro Bial en la Red Globo en la que afirmó que está oficialmente fuera de la carrera electoral de 2022. El principal motivo de su retirada sería el mantenimiento de su contrato con la TV Globo, asumiendo el principal programa de entretenimiento de la cadena carioca a partir del próximo año.
Curiosamente, en los días siguientes a la entrevista se pudo observar una razonable agitación entre los periodistas que se dedican a cubrir la política nacional. Como analista de encuestas y escenarios electorales, y motivada por el cuestionamiento de algunos de ellos sobre «el destino de los votos de Luciano Huck», evalúo que la retirada del presentador es bastante insignificante para las elecciones de 2022.
¿Qué revelan las encuestas?
Un error común al leer las encuestas es interpretarlas como una expresión fiel y consolidada de los deseos de los votantes. El error es aún mayor si no consideramos que para las próximas elecciones falta más de un año (octubre de 2022).
No es raro encontrar análisis, originados a partir de la divulgación de los porcentajes de las encuestas, en los que se afirma que la disputa por la presidencia está polarizada -entre el actual presidente Jair Bolsonaro (sin partido) y el expresidente Lula (PT)-, pero que aún hay espacio para una tercera vía, ya que la suma de todos los demás nombres presentados suma entre el 25 y el 30%.
Antes de abordar los problemas de este argumento, cabe señalar que la idea de «polarización» en el escenario electoral brasileño es bastante errónea. Equipara a un candidato de extrema derecha que ha estado desafiando día tras día las instituciones del Estado de Derecho democrático -cuestionando la equidad de las elecciones y señalando una posible no aceptación del resultado electoral- con un candidato de izquierdas que opera en el campo democrático y respeta las reglas del juego.
Dicho esto, comencemos a abordar el argumento relativo a la existencia de «un 25 a 30% de intenciones de voto para un candidato de una posible tercera vía». Si no recordamos que los escenarios estimulados (en los que el entrevistador dicta las opciones de nombres) son artificiales, acabamos convenciéndonos de este argumento.
Sin embargo, el escenario espontáneo, en el que el entrevistado no recibe las opciones de nombre por parte de los institutos, revela que en este momento, según la última encuesta de Datafolha (13/5), el 49% de las personas simplemente «no sabe» a quién votar. Lula lidera con un 21%, Bolsonaro anota un 17% y Ciro Gomes tendría un 1% de menciones espontáneas («otros candidatos», 2%; «en blanco/nulo/nada», 8%).
Así, parece que el principal mensaje de las actuales encuestas es la inexistencia de una «tercera vía» en la mente de los votantes. El presentador Luciano Huck, por ejemplo, no llega ni al 1%.
Incluso si ignoramos este elemento y empezamos a observar los escenarios artificiales, es decir, los estimulados, la situación tampoco mejora. Es cierto que hay una parte importante del electorado que no querría votar ni a Lula ni a Bolsonaro, pero lo que hay que tener en cuenta es la variedad de perfiles dentro de esta porción.
El análisis de microdatos de las encuestas actuales revela que este votante tiende a ser de centroderecha. Sin embargo, existe una amplia gradación en la escala de preferencias políticas vinculadas a las costumbres y la agenda económica de este segmento. Potencialmente en esta misma franja hay también un votante que estaría ideológicamente más a la izquierda de Lula y difícilmente votaría a un candidato de centroderecha. Así, la ilusión del «25 o 30% del candidato de la tercera vía» comienza a diluirse poco a poco.
La simplicidad de las interpretaciones que atribuyen a la clase política la mera decisión de elegir un nombre para representar la «tercera vía» abstrae la complejidad de este desafío. Olvida que el otro lado de la ecuación, es decir, el electorado que no desea votar ni a Lula ni a Bolsonaro, conforma un enorme mosaico de pretensiones y expectativas sobre el próximo presidente y su proyecto de país.
Difícilmente habrá un solo nombre capaz de aglutinar tantos intereses en torno a sí. La consecuencia de esto será de nuevo un escenario electoral en 2022 con varios candidatos, cada uno compitiendo por una parte del electorado.
Reconfiguraciones y posibles escenarios futuros
Ahora, podemos volver al punto inicial donde afirmo la insignificancia de la retirada de Huck. El anfitrión de Globo no cambia el escenario electoral actual porque no deja «legado» a ningún otro opositor, dada la heterogeneidad de preferencias que engendra esta porción del electorado. Además, el supuesto porcentaje de voto de Huck (4% según Datafolha) era artificial, ya que ni siquiera puntuaba en las encuestas espontáneas.
Los datos de las encuestas son importantes para orientar a los candidatos y a los partidos. También ayudan a identificar los rechazos, formar alianzas y definir los temas de la campaña. Sin embargo, nunca está de más recordar que hay reconfiguraciones en estos escenarios cuando las candidaturas se lanzan oficialmente y el votante deberá decidir entre nombres reales y no en especulaciones partidistas o incluso provenientes del mercado y los medios de comunicación.
La pandemia de Covid-19 sigue dominando las preocupaciones de los brasileños, y con razón. A estas alturas del partido, atribuir alguna importancia a la candidatura fallida de Luciano Huck es una quimera.
Foto de Força Aérea Brasileira FAB Comando da Aeronáutica (Brazilian Air Force)
Autor
Directora Ejecutiva de DataIESP y consultora de la UNESCO. Doctora en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Univ. Estatal de Río de Janeiro (IESP/UERJ). Consultora en encuestas electorales y estudios de mercado.