La Bolivia actual evidencia un Estado debilitado, cooptado por redes ilegales y sin capacidad para hacer cumplir la ley en vastos territorios del país.
De cara a las elecciones, una buena parte del poder se repartirá entre las tres facciones del MAS, cuyos principales líderes ven cómo sus opositores se destrozan y anulan mutuamente.
De cara a las elecciones generales del 17 de agosto, más de una docena de precandidatos a la presidencia prometen resolver la crisis económica y sacar al MAS del gobierno.
Las elecciones judiciales no despiertan expectativa porque la gente está persuadida de que, gane quien gane, la justicia no se hará más competente, más rápida y más honesta sino todo lo contrario.