El Caribe se encuentra en un momento histórico: continuar por un camino de degradación o construir una economía azul regenerativa basada en el cuidado de las personas y los ecosistemas.
Los servicios ecosistémicos, que son los beneficios que la naturaleza proporciona a las personas, dependen de la conservación, el uso sostenible y la restauración de la naturaleza.
Poco se habla de los riesgos financieros para el país y mucho menos del peligro de extinción de la humanidad que supone seguir apostando por el petróleo.
La emergencia climática ya es una fuerza que redefine el presente y exige respuestas inmediatas que no se basen en juegos de suma cero entre protección ambiental y desarrollo.
A pesar de los avances, aún hace falta institucionalizar la valoración plural de la naturaleza con sus aspectos ecológicos, monetarios, socioculturales y de salud.