El 4 de julio de 2025 marca no solo una efeméride nacional, sino un retrato incómodo del presente político, científico y diplomático de Estados Unidos bajo el segundo mandato de Trump.
El éxito de potencias como China y Estados Unidos, impulsado por la intervención estatal, evidencia la falacia del dogma neoliberal del libre mercado y subraya la necesidad de adoptar políticas pragmáticas y libres de ideologías rígidas.
Más que redefinir su estrategia de negociación, la región necesita equilibrar el poder relativo y elevar el costo de un incumplimiento para Estados Unidos. Por eso es fundamental que los países con TLC —e idealmente todos— coordinen su respuesta.
La globalización evoluciona hacia una fase más fragmentada, marcada por la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China. Ante este escenario cambiante, América Latina debe construir una estrategia propia que le permita navegar con autonomía en un entorno cada vez más complejo.