En América Latina y Caribe, el genocidio profundizó la fractura política regional ya que los representantes de los países no han tenido una posición uniforme de condena a los ataques de Israel.
La lucha contra el antisemitismo debe ser parte fundamental de las reivindicaciones progresistas, así como lo deben ser la lucha en contra la islamofobia, la ocupación de Cisjordania y la violación de los derechos del pueblo palestino.
La mayoría de los gobiernos latinoamericanos opta por el silencio ante atrocidades en otras regiones, como las guerras en Ucrania y Medio Oriente, ya sea por la "autodeterminación de los pueblos" decimonónica o el temor a ser juzgados internacionalmente con la misma vara.
El Gobierno brasileño expresó su apoyo a la iniciativa de Sudáfrica. En el ámbito diplomático, esta decisión obedece al cambio de perspectivas de los países revisionistas en el sistema internacional y al protagonismo de Brasil dentro de estos países.