Nuevamente la ciudadanía chilena rechazó la propuesta y volvemos a estar en casi el mismo lugar de un proceso que se abrió en 2019 con el Estallido Social.
La ausencia del consenso ha sido el mantra más repetido a la hora de enjuiciar el documento entregado al presidente Gabriel Boric por el Consejo Constitucional que será sometido a plebiscito.
Sectores de la clase política apuntan al reconocimiento de la plurinacionalidad y una supuesta excesiva ambición de los representantes de los pueblos indígenas como uno de los factores importantes de la derrota.
Así como leer los resultados de octubre 2020 como un triunfo de la izquierda fue un error, interpretar estos resultados como un cheque en blanco para la oposición al gobierno de Boric es una tentación que debiera evitarse.
El malestar ciudadano, el descrédito institucional, la ineficiencia del gobierno, la falta de acuerdos políticos pueden llegar a activar una bomba de tiempo, que de explotar, dejaría al populismo instalado en el poder. En este marco, el resultado de la elección será clave para definir el futuro del país.
En el plebiscito se aprobó cambiar la Constitución mediante una Convención Constitucional. Sin embargo, no se han previsto escaños reservados para pueblos indígenas y la discusión sobre el tema se ha vuelto a posponer. Esto representa las últimas expresiones de la relación colonial del Estado con los pueblos originarios.