En Bolivia, el péndulo se ha movido de forma atenuada de lo ideológico a lo pragmático. Las nuevas etiquetas de Rodrigo Paz y su partido (PDC) son: capitalismo para todos, en lo económico; descentralización del poder hacia las regiones, en lo político institucional; nueva relación con Estados Unidos, en las externalidades; idea de patria, en lo simbólico; y centro derecha, para efectos ideológicos. Estas señales del nuevo presidente avizoran una transformación de las políticas, no necesariamente de la política, tras 20 años de gobierno de izquierda estatista y una crisis de combustibles monumental.
Durante el gobierno de Jaime Paz Zamora (1989-1993), padre de Rodrigo Paz, se consolidó el modelo neoliberal inaugurado en 1985, se otorgó mayor apertura al mercado y se desincentivó la intervención estatal directa. En 2025, con el slogan de “capitalismo para todos”, Rodrigo Paz pretende incentivar el acceso al mercado formal a los sectores informales mediante créditos con mejores condiciones y reducir impuestos y aranceles a los sectores formales. 30 años después, otro Paz vuelve a apostar por la fuerza del mercado.

La descentralización del poder hacia las regiones es una de sus propuestas centrales. La idea de 50/50, es una propuesta de unidad y corresponsabilidad para construir acuerdos con todas las autoridades autonómicas del país: gobernaciones, alcaldías y universidades. El propio Rodrigo Paz ha afirmado: “no me importa de qué partido sea. Quiero responder a este 50/50: veamos salud, educación, seguridad ciudadana”. Esta es, sin duda, una de sus propuestas más radicales de transformación del régimen plurinacional, que dejó un sistema extremadamente centralista.
La idea de “patria” fue protagónica durante la campaña
El valor simbólico de la idea de patria en la narrativa del nuevo gobierno es un recurso de poder emocional para persuadir de que representa la unidad. Todo agente de poder necesita una etiqueta para proyectar una imagen de posición hacia los ciudadanos. Es una manera de marcar el cambio de época: la idea de patria tiene más potencial de unificar que el actual Estado Plurinacional como idea vigente. Y es que la política es una lucha por asignar valores y el nuevo gobierno lo sabe.
Con respecto a las relaciones internacionales, el horizonte de Paz es desarrollar una nueva relación entre Bolivia y Estados Unidos. Por otro lado, el nuevo presidente se ha distanciado de los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, quienes no estuvieron invitados a su asunción presidencial. Y es que tiene como horizonte al norte capitalista y con ese objetivo está enviando nuevas coordenadas al mundo.
Bolivia da un giro hacia el centro derecha
Rodrigo Paz considera que Bolivia requiere equilibrios y consensos y el centro es un amplio espectro que contiene razonabilidad, equilibrio de pros y contras, y moderación. Estas nuevas coordenadas se basan en dos pilares: dar prioridad a la fuerza del mercado y manifestar abiertamente su fe cristiana. Si bien durante su campaña Paz mantuvo una narrativa más cercana a la izquierda, tras ganar las elecciones se ha ido acercando más a la derecha del espectro político. Paz está mostrando más empatía con los emprendedores productivos (pequeños, medianos y grandes) y menos afinidad ideológica con las organizaciones sociales que fueron cooptadas por el MAS durante 20 años y quienes defienden las políticas sociales estatistas.
El nuevo gobierno promete transformar las políticas, no la política, y por ello es probable que se enfoque en el cambio de normas y reglas para corregir la situación económica heredada del gobierno saliente, pero no necesariamente transformar las condiciones ideológicas e institucionales estructurales. Ahora bien, para el cambio de las políticas tiene que generar acuerdos mínimos en la asamblea legislativa para lo cual depende de la segunda fuerza política (LIBRE) que lidera Tuto Quiroga, -quien ya dijo que no le impondrá condiciones al nuevo gobierno-, y consolidar su alianza con la tercera fuerza política parlamentaria (UNIDAD) que dirige Samuel Doria Medina. Además, Paz tendrá que contener o neutralizar a organizaciones sociales como la Central Obrera Boliviana, que ya ha enviado señales de desacuerdo con algunas propuestas pro mercado de Rodrigo Paz.
En conclusión, el péndulo se ha trasladado de lo ideológico a lo pragmático porque la situación socioeconómica lo demanda. El nuevo gobierno está condicionado estructuralmente por las reglas de juego plurinacionales. Pero puede llegar a moldear un nuevo pensamiento político y tomar decisiones que incentiven la fuerza del mercado y desincentiven el capitalismo de Estado, que ha limitado el desarrollo empresarial y la consecuente generación de bienes y servicios para los ciudadanos.
Para ello, el gobierno de Rodrigo Paz deberá transformar la política boliviana. Esto implica, antes que nada, una ruptura con las políticas desarrolladas durante 20 años: antiimperialismo, modelo económico estatista, socialismo del siglo XXI, proceso de cambio y revolución cultural, las cuales no han permitido constituir un Estado eficaz. Luego, generar una nueva narrativa alternativa, que viabilice las aspiraciones de la mayoría de los bolivianos.
Este es un buen momento para empezar a cambiar la mentalidad política de los bolivianos. Es tiempo de más políticos eficaces y menos actores sociales ideológicos.











