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Raíces de la resiliencia: salvaguardando los manglares del Caribe

Más que ecosistemas, los manglares son un escudo vital para millones de personas en el Caribe: protegen comunidades, sostienen economías y guardan la llave de la resiliencia climática. Su protección emerge como prueba crucial de voluntad política y cooperación regional.

La región del Gran Caribe, que abarca el Golfo de México, el Mar Caribe y los Grandes Ecosistemas Marinos de la Plataforma Norte de Brasil, alberga al 26% de los manglares del planeta. Por ello, la urgencia de proteger estos frágiles ecosistemas es innegable. Entre 1980 y 2010 se perdieron en la región 7.000 km² de manglares a un ritmo de 230 km² por año. Si este ritmo continúa, los manglares podrían desaparecer por completo del Caribe en 60 años.

Los manglares son esenciales para la resiliencia climática: capturan carbono, reducen el riesgo de inundaciones y protegen la calidad del agua para las comunidades costeras. En el Caribe, constituyen una barrera crucial para las comunidades cada vez más vulnerables a los fenómenos meteorológicos extremos, intensificados por la crisis climática. Además de la protección, estos ecosistemas apuntalan la seguridad alimentaria y el sustento económico de millones de personas en todo el mundo, actuando como criaderos naturales para casi 800 mil millones de peces, camarones, bivalvos y cangrejos cada año.

A menos de 100 días de que se celebre la COP30 en Belém, Brasil, la urgencia de acelerar la acción colectiva y mostrar resultados concretos nunca ha sido tan evidente. Como Embajador Global de Mangrove Breakthrough, estoy comprometido con nuestro ambicioso objetivo: movilizar 4 mil millones de dólares para proteger y restaurar 15 millones de hectáreas de manglares a nivel mundial para 2030. Más de la mitad de los 40 gobiernos nacionales y subnacionales que han respaldado la iniciativa provienen de América Latina y el Caribe, incluyendo Jamaica, República Dominicana, Cuba, México y Brasil, que ostenta la presidencia de la COP30.

Los manglares brindan un apoyo fundamental a las comunidades costeras que se encuentran en la primera línea de la crisis climática. En una región altamente vulnerable a huracanes y otros fenómenos meteorológicos extremos, los manglares actúan como barreras naturales vitales, protegiendo a las comunidades de inundaciones y vientos fuertes durante las tormentas, además de frenar la erosión. Además, pueden reducir la altura de las olas hasta en un 66%, proporcionando un soporte crucial para las zonas costeras a medida que sube el nivel del mar.

La protección y restauración de los manglares no solo es esencial para su propia supervivencia, sino también para la salud de los arrecifes de coral y las praderas marinas, que están funcionalmente vinculados y son igualmente vitales para la región. El Caribe alberga el 10% de los arrecifes de coral del mundo, y el ritmo actual de deforestación de manglares amenaza con devastar el funcionamiento, la pesca, la biodiversidad y la resiliencia de estos arrecifes.

Una mayor degradación de estos ecosistemas interconectados podría asestar un golpe devastador a los medios de vida que dependen de ellos. Las poblaciones de peces de manglares, de las que dependen muchas comunidades costeras, han ido disminuyendo con el tiempo. Un estudio realizado en 2020 por los Centros Nacionales de Ciencias Oceánicas Costeras reveló que la biodiversidad en una bahía de manglares en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos había disminuido entre un 30% y un 50% en comparación con tan solo unas décadas antes.

El turismo de manglares también ofrece importantes oportunidades económicas en el Caribe, una región donde esta actividad económica representa casi el 31% de su PIB. A nivel mundial, el turismo de manglares genera miles de millones de dólares de ingresos y decenas de millones de turistas cada año.

Los ecosistemas de manglares son sumideros de carbono cruciales, con la capacidad de almacenar hasta cuatro veces más dióxido de carbono que los bosques terrestres. Esta superpotencia los convierte en aliados clave para las naciones caribeñas que buscan cumplir sus objetivos climáticos nacionales e internacionales. Los países que aspiran a ser líderes climáticos ambiciosos deberían priorizar los manglares en sus políticas ambientales.

Si bien los ecosistemas de manglares del Gran Caribe han sufrido disminuciones significativas en las últimas décadas, los próximos años ofrecen una oportunidad crucial para sentar las bases de un futuro más resiliente. Tenemos un camino claro a seguir —a través de iniciativas como Mangrove Breakthrough y con la creciente voluntad política de muchas naciones— para proteger y restaurar estos bosques vitales. Los gobiernos de la región y de todo el mundo han respaldado nuestra iniciativa, al igual que decenas de instituciones financieras, ONG y organizaciones de investigación.

Para asegurar el futuro de las naciones caribeñas, debemos actuar con decisión para proteger los manglares que quedan y restaurar los que ya hemos perdido. El fracaso no es una opción. Al colaborar con organizaciones como la Asociación de Estados del Caribe para impulsar la cooperación regional, podemos adoptar soluciones basadas en la naturaleza que salvaguarden los manglares y los ecosistemas que sustentan. De este modo, sentamos las bases para una verdadera resiliencia, garantizando un futuro más seguro y sostenible para las generaciones venideras.

Autor

Exministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia (2020-2022). Senior Fellow en Conservation International y Embajador de la iniciativa "The Mangrove Breakthrough", lanzada durante la COP27 por UN Climate Champions y más de 20 organizaciones internacionales.

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