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Como o neoliberalismo entregou o Canal ao Panamá

La devolución del canal no solo respondió a presiones antiimperialistas, sino también a una reconfiguración del poder impulsada por las élites empresariales de EE.UU., que consideraban la ocupación un obstáculo para la expansión transnacional de sus empresas y bancos.

La narrativa sobre la reversión del Canal de Panamá y el traspaso de su administración a manos panameñas —tras 74 años de ocupación estadounidense— se ha sostenido en base a tres influencias principales. Primero, las demandas históricas de soberanía y compensaciones económicas que emergieron desde la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla (1903), acuerdo celebrado entre los gobiernos de Panamá y los Estados Unidos para la construcción del Canal. Segundo, el movimiento antiimperialista que surge en las excolonias del Sur Global luego de la derrota norteamericana en Vietnam. Y tercero, la estrategia diplomática del dictador panameño Omar Torrijos, que resultó clave al consolidar el respaldo de organismos como el Movimiento de Países No Alineados, el Consejo de Seguridad de la ONU y la Organización de los Estados Americanos (OEA), lo que llevó a Estados Unidos a reconocer la necesidad de negociar y poner fin a la disputa por la soberanía del Canal.

Un papel menos conocido en las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter (1977), que reemplazaron el Tratado Hay-Bunau Varilla, fue el de la Comisión Trilateral, una organización fundada por David Rockefeller en 1973. El rol de esta comisión, y de los grupos económicos de poder de los Estados Unidos, en la firma del acuerdo fue documentado en varias publicaciones de la época, que utilizaremos de referencia para explicar cómo el neoliberalismo entregó el Canal a manos panameñas. Entre estas publicaciones se encuentran The Treaty That Wall Street Wrote (El Tratado que Wall Street escribió) (1977), del economista norteamericano Murray N. Rothbard; Diez tesis sobre los Tratados del Canal de Panamá (1979), del jesuita y economista español Xabier Gorostiaga; Carter y la Trilateral (1979), de Paulo Canabrava, periodista brasileño, y Efectos del régimen de Torrijos en la estructura económica (1982), del economista panameño José E. Torres. 

La Comisión Trilateral era un ente conformado por líderes políticos, empresariales y académicos de Estados Unidos, Europa Occidental y Japón —a la sazón los tres ejes de poder occidental en esa época—, que buscaban un restablecimiento del poderío norteamericano, bajo una visión de un mundo multipolar, en el cual se requería de acciones coordinadas para mantener la estabilidad del sistema capitalista en una época de surgimiento de la transnacionalización de las economías latinoamericanas.

Uno de los elementos más relevantes de esta Comisión Trilateral era su conformación y la participación e influencia que tenían sus miembros tanto dentro del tejido empresarial de los Estados Unidos como en el aparato de gobierno del presidente Jimmy Carter. Entre estos actores estaban Sol Linowitz, nombrado negociador del Tratado Torrijos-Carter (1977), quien era director del Marine Midland Bank; el secretario del Tesoro W. Michael Blumenthal (1977-1979), expresidente de Bendix Corporation (1969-1977), y Peter Peterson, presidente de Lehman Brothers (1973-1984) y miembro de la Comisión Linowitz. Además, también estaban el secretario de Estado Cyrus Vance (1977-1980) y el asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski (1977-1981), este último uno de los principales arquitectos de la Comisión.

La relación de Carter con la Comisión Trilateral comenzó en 1972, cuando participó en una cena organizada por Zbigniew Brzezinski en la que se encontraría con David Rockefeller. En esa reunión, Brzezinski y Rockefeller acordaron que Carter era el candidato idóneo para respaldar, de manera que sería incorporado como miembro fundador de la Comisión Trilateral.

El rol de Carter en las negociaciones de los tratados canaleros sería el de un apaciguador, más que el de un promotor del reconocimiento de las reclamaciones panameñas. En el artículo Jimmy Carter’s Ruinous Neoliberal Legacy (El ruinoso legado de Jimmy Carter), publicado en este 2025, el norteamericano especialista en política económica Jonathan Schlefer señala: “Carter impulsó a la nación, e incluso al mundo, hacia el oscuro lugar en el que nos encontramos hoy. Girando bruscamente hacia el neoliberalismo, convirtiendo los mercados en armas”. Bajo este paradigma de impulsor del neoliberalismo, Carter formuló un tratado que era tan ambiguo que Torrijos se vio forzado a aceptar un acuerdo imperfecto, bajo el cual Estados Unidos mantenía el control del uso del Canal y Panamá quedaba “bajo el paraguas del Pentágono”.

La conjunción de intereses económicos norteamericanos y occidentales que respaldaba las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter tenía como finalidad lograr la firma de un tratado que, a) “desechara los últimos vestigios de un imperialismo estadounidense ingenuo y desfasado, remanente de la inocente pero torpe arrogancia de Theodore Roosevelt”; b) evitara un conflicto más agudo con Panamá que desembocara en una guerra de guerrillas; y, por último, c) que asegurase el derecho de uso del Canal a través de la garantía del mantenimiento de la neutralidad y el derecho permanente de paso expedito a los buques de guerra de los Estados Unidos.

La verdad es que la firma de los tratados se vino tejiendo desde muy temprano en la década de 1970 —a inicios del gobierno de Torrijos—. Es así como la devolución del Canal de Panamá fue considerada en 1971 como un paso crucial para garantizar la estabilidad de las inversiones estadounidenses en América Latina. Esta estrategia, liderada por David Rockefeller, coincidió con la reforma bancaria de 1970, promovida por Omar Torrijos, la cual convirtió a Panamá en un centro financiero sin regulaciones fiscales.

Como resultado, grandes instituciones como el Bank of America, el Chase Manhattan Bank y el First National City Bank ingresaron al mercado panameño con activos que superaron los 8.000 millones de dólares, al tiempo que facilitaron préstamos al gobierno panameño. La deuda externa de Panamá creció exponencialmente: pasó de menos de 200 millones de dólares en 1968 a 1.800 millones en 1977, asegurando el dominio de la banca internacional en la economía panameña.

De acuerdo con los citados autores, “los tratados han negociado, más que el propio Canal, la presencia moderna de Estados Unidos en Panamá, asegurando así la estabilidad de la plataforma de servicios transnacionales, esencial en la era de transnacionalización de las economías latinoamericanas”. Estos tratados sometían ya no solo a la franja canalera al dominio norteamericano, sino al conjunto de la economía panameña.

Estos académicos también dejan entrever cómo la reforma del sistema bancario realizada por Torrijos en 1970 “proporcionó un paraíso favorable, libre de impuestos y regulaciones onerosas para los bancos extranjeros en Panamá, de la misma manera que Panamá había proporcionado durante mucho tiempo una bandera de conveniencia para la navegación mundial”. Los intereses de Rockefeller y el grupo conformado por la Trilateral se extendían más allá del sector financiero e incluían el interés de proteger la operación de la aerolínea Pan Am, que tenía su hub en Panamá.

Como elemento narrativo, la evidencia aportada en los artículos citados en este escrito explica con claridad que la devolución del Canal a Panamá no fue solo un asunto de presiones antiimperialistas, sino que tuvo un componente importante de reconfiguración del poderío político, militar y, sobre todo, económico y financiero, concertado y coordinado por parte de las élites empresariales y financieras de los Estados Unidos, quienes veían en una ocupación dura del Canal un obstáculo para la expansión transnacional de sus empresas y bancos en los países en desarrollo.

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Geógrafo e historiador pela Universidade do Panamá. Pesquisador associado do Observatório de Risco Urbano da Florida State University. Mestre em Tecnologias de Informação Geográfica pela Universidade Autônoma de Barcelona,

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