Coautor Erbenia Lourenço
La Cumbre Amazónica, que tendrá lugar los días 8 y 9 de agosto en Belém, tiene como uno de sus principales objetivos producir un consenso entre los países de la región sobre las negociaciones climáticas globales. Otro objetivo es revitalizar la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica como agente promotor de la cooperación internacional para hacer frente a los problemas sociales que afectan a la gran selva.
La Amazonia se enfrenta a un grave problema de inseguridad alimentaria y nutricional (InSAN), siendo la región norte de Brasil la que presenta el mayor índice del país. Según datos de 2022 de la Red PENSSAN, cerca del 45,2% de los habitantes de la región norte sufren algún grado de inseguridad alimentaria. Por el contrario, la inseguridad alimentaria en el sur es sólo del 21,7%, lo que pone de manifiesto la inmensa desigualdad que vive la sociedad brasileña.
En el norte, a diferencia del sur/sureste, la inseguridad alimentaria también es mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Esto significa que los productores de alimentos tienen menos para comer. Todo indica que la situación es similar entre los países vecinos, pero no existe ninguna encuesta de inseguridad alimentaria amazónica que proporcione datos comparables y unificados para los habitantes de esta región.
La cooperación regional, bien como la cooperación con países y organizaciones de fuera de la Amazonia son instrumentos pertinentes, y la intensificación de la actual crisis climática favorece la atención mundial hacia la región. Sin embargo, una cooperación internacional fructífera no es sencilla y la construcción de un regionalismo amazónico es aún más complicada. Las difíciles trayectorias del Mercosur y de la Unión Europea son ejemplos de ello.
Para debatir estos temas, el Instituto Hambre Cero (IFZ) promovió un seminario virtual sobre el tema «Regionalismo amazónico: ¿puede la lucha contra el hambre orientar la cooperación internacional entre los pueblos de la Amazonia?». En este espacio hubo consenso sobre el hecho de que, para alcanzar la construcción de políticas eficaces de seguridad alimentaria en la Amazonia, es esencial la participación social de las poblaciones locales y de los gobiernos.
En una región afectada por varios retos, como el cambio climático y la dificultad de acceso a los alimentos, una posibilidad es la valorización de los productos amazónicos y especialmente de sus cientos de frutas que, como el açaí, pueden contribuir a la lucha contra el hambre y al desarrollo económico sostenible de la región, siempre que no den lugar a monocultivos.
En la región es necesario repensar el modelo de producción y distribución de alimentos, fomentando el abastecimiento local seguro y reduciendo la dependencia de los alimentos ultraprocesados. Una buena idea es retomar el programa Bolsa Verde, una adaptación del Bolsa Família, para fomentar la preservación de los bosques y promover la regeneración de las zonas degradadas.
Sin embargo, las políticas de seguridad alimentaria no pueden tratarse de forma aislada. La lucha contra el hambre en la Amazonia requiere políticas macroeconómicas que promuevan el desarrollo inclusivo y aborden las desigualdades sociales, sin olvidar a las poblaciones urbanas, a menudo invisibilizadas por el drama real de las poblaciones que residen fuera de las ciudades.
La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) es un actor importante en el proceso de cooperación regional. El Gobierno brasileño ha manifestado su deseo de fortalecer la OTCA para que pueda asumir un papel asertivo y eficaz que nunca ha tenido realmente. La Cumbre Amazónica será una oportunidad para profundizar estas discusiones y comenzar a definir horizontes que sean comunes y que justifiquen la cooperación de los países a través de la OTCA. El objetivo de transformar la lucha contra el hambre, así como la promoción de una alimentación sana, en un motor capaz de preservar y regenerar el medio ambiente puede cumplir precisamente esta función.
Aunque, debido a los problemas internos, a las diferencias entre los gobiernos y a la situación internacional, no será fácil establecer un amplio programa de cooperación; en Leticia, Colombia, el 8 de julio de 2023, el presidente Lula presentó algunas propuestas. Entre estas destacan la institucionalización del Observatorio Regional de la Amazonia; la creación de un comité de expertos amazónicos, inspirado en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para generar conocimiento y producir recomendaciones con base científica; y la valorización del conocimiento y de los actores locales en la coordinación de las políticas públicas a través de acciones como la creación de un Foro de Ciudades Amazónicas y de un Parlamento Amazónico.
En cuanto al crimen organizado, considerado también una causa grave y una amenaza para la seguridad alimentaria de la región, Lula propuso la creación de un Centro Amazónico de Cooperación Policial Internacional en Manaus y la creación de un Sistema Integrado de Control del Tráfico Aéreo para interrumpir las rutas utilizadas por el crimen organizado. Para poner en práctica estas propuestas, Lula dejó clara la necesidad de dotar a la OTCA de directrices claras y recursos adecuados, así como de articularse en foros internacionales estratégicos de debate.
Aunque estas propuestas se formulen en un entorno político y geopolítico pantanoso en el norte de Sudamérica, la resistencia de los pueblos indígenas amazónicos a siglos de agresión y opresión sirve de inspiración para afrontar esta ardua tarea, que puede llevarse a cabo. En este sentido, la búsqueda de la seguridad alimentaria y nutricional puede ser un objetivo común que oriente la cooperación entre los países y pueblos amazónicos, incluidos los pueblos indígenas, los quilombolas y las comunidades ribereñas, sin marginar a las poblaciones urbanas.
La creación de condiciones institucionales y materiales para el disfrute del Derecho Humano a una Alimentación Adecuada, que incluye la generación de ingresos sin destruir el medio ambiente, debería ser un principio orientativo para la Cumbre Amazónica. Y mientras las negociaciones globales sobre el clima construyen, con razón, un consenso sobre el hecho de que la crisis ecológica conduce a catástrofes alimentarias, Brasil y sus vecinos tendrán la oportunidad de defender la posición de que la soberanía alimentaria, con la cooperación internacional, es un vector importante para combatir la deforestación y restaurar la biodiversidad.
Cualquier propuesta, sin embargo, debe basarse en conocimientos sólidos sobre el estado de la inseguridad alimentaria y nutricional en la Amazonia. Llevar a cabo este tipo de investigación podría ser una misión revitalizadora para la OTCA y agregadora para sus países miembros.
Erbenia Lourenço es Máster en Gestión Pública y Cooperación Internacional por la UFPB e investigadora del FomeRI.
* La Fundación Heinrich Böll – Brasil, apoya esta iniciativa del Instituto Hambre Cero.
Autor
Profesor del Dept. de Rel. Internacionales de la Univ. Federal de Paraíba (Brasil). Miembro del Instituto Hambre Cero y Coord. del Grupo de Investigación sobre Hambre y Relaciones Internacionales (FomeRI) de la UFPB. Doctor em C. Política por Unicamp (Brasil).