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El papel de las escuelas en la prevención del extremismo violento

Coautores Lucas José Ramos Lopes y André Bakker da Silveira

A nivel global, las razones que llevan a los jóvenes a realizar ataques extremistas en las escuelas son complejas y multifactoriales. Sin embargo, deben entenderse desde el contexto más amplio y general de la violencia en las escuelas. La violencia es un fenómeno dinámico relacionado con el ámbito escolar que durante mucho tiempo ha sido desatendido y subestimado por la sociedad y los gobiernos.

Además de comprender las múltiples facetas de la violencia en la escuela y su comunidad, pensar estratégicamente sobre la prevención del extremismo violento también requiere comprender los llamados factores push y pull: factores que empujan y atraen. Estos factores representan situaciones que influyen en la entrada de una persona en espacios extremistas y la llevan a apropiarse de la ideología allí presente, lo que puede resultar o no en un acto de violencia extremista.

Los factores de empuje son el aislamiento social y el sentimiento de ser víctima de la sociedad, el gobierno o los movimientos sociales (típicos en grupos masculinistas, como los incels -célibes involuntarios- que ven el feminismo como un enemigo a combatir). Los factores de atracción son aquellos ofrecidos por grupos extremistas, pero desorganizados, que hacen que un individuo se sienta conectado con la ideología o causa, y tenga un sentido de pertenencia y propósito, a través de la simplificación del mundo.

Según el Anuario Brasileño de Seguridad Pública 2023, la discriminación, que es un comportamiento que debe ser considerado como una alerta en la búsqueda de la prevención del extremismo violento, forma parte del cotidiano de la escuela. El 15,5% de los directores entrevistados afirman haber observado discriminación contra algún miembro de la comunidad escolar. Tanto desde la perspectiva del agresor como de la víctima, la discriminación también debe ser vista como un factor que empuja a los jóvenes hacia el extremismo violento, ya que es notable el poder de esta violencia en la formación de identidades individuales, como la homofobia, el racismo, el capacitismo, el sexismo, la gordofobia o la xenofobia, entre otras.

Es importante recordar que la escuela, como institución, también produce y reproduce violencia simbólica y microviolencia con mecanismos propios que pueden excluir, restringir libertades y formas de expresión. La violencia institucional en la escuela se da en un entramado de significados, gestos y palabras y está determinada por la estructura de la institución.  Muchas veces esta incluso desatiende las manifestaciones espontáneas de violencia y hace la vista gorda ante violaciones de otros derechos.

El Anuario Brasileño de Seguridad Pública 2023 también llama la atención sobre la naturalización de la violencia, pero revela algo más complejo. Un ejemplo son los datos relacionados con el robo de material escolar, mochilas, cuadernos, estuches, dinero, muchas veces celulares y otros objetos. A menudo, esto es visto como un acto banal y no se tiene en cuenta que puede conducir a una pérdida de confianza en la institución escolar.

Afirmar la escuela como lugar de protección, así como de acogida, requiere apoyarla en la recomposición de la capacidad de comunicación con las nuevas culturas de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, así como de sus familias, tomando en cuenta las desigualdades sociales que transforman y muchas veces tensan las relaciones sociales.

Ninguna escuela es una isla

De acuerdo con el Informe de Recomendaciones para Combatir el Discurso del Odio y el Extremismo en Brasil, publicado por el Ministerio de Derechos Humanos y Ciudadanía, elementos extraescolares como el culto a la violencia como forma de justicia y el armamentismo, están asociados con la violencia contra las escuelas. Además, la violencia que sucede alrededor de la escuela genera un sentimiento de inseguridad y pone a los estudiantes y docentes en un constante estado de alerta y estrés, impactando negativamente la interacción y el aprendizaje. Los episodios de disparos, las balas perdidas y las operaciones policiales alrededor de las escuelas desencadenan ansiedad y miedo. Solo en 2021, 1.295 escuelas, el 1,7% del total nacional, informaron episodios de tiroteos y balas perdidas. En el mismo año, el 0,9% de las escuelas brasileñas vieron interrumpidos sus calendarios académicos por episodios de violencia.

La violencia contra la niñez y la adolescencia impacta en las escuelas con diferentes contornos, variables extramuros y otros fenómenos como la violencia urbana, el autoritarismo y el extremismo. Conocer los factores que empujan y ponen en contacto a niños y jóvenes con ideologías extremistas permite visualizar cómo la institución escolar, con sus ya conocidas múltiples formas de violencia, puede contribuir de manera práctica.

La prevención se puede dividir en tres frentes: primario, secundario y terciario. El segundo está dirigido a individuos ya identificados como agresores o que están inmersos en una cultura extremista, mientras que el primero y el segundo están enfocados a la sociedad en su conjunto y grupos vulnerables, respectivamente. A nivel escolar, será necesario capacitar e informar a la comunidad, al personal escolar y, en especial, a los educadores, para que comprendan el problema y actúen en prevención primaria y secundaria.

La solución a estos problemas no pasará simplemente por respuestas individuales o de seguridad pública con políticas represivas. Es urgente implementar programas de convivencia escolar que consideren el pluralismo democrático y deconstruyan estereotipos y posiciones hegemónicas a través de una política pública de prevención para que el riesgo cotidiano se transforme en cotidiano protector.

*Este texto es parte del proyecto (Re)conectar: ​​acercando a las personas a las escuelas para superar la violencia, realizado por el Instituto Aurora, con el apoyo institucional de L21. Para apoyar la iniciativa, visite: https://apoia.se/reconectar_escolas

Secretaria Ejecutiva de la Coalición Brasileña por el Fin de la Violencia contra Niños y Adolescentes. Maestría en Derechos Humanos por la Pontificia Universidad Católica de Paraná (PUCPR).

Gerente de Investigación y Proyectos del Instituto Aurora para la Educación en Derechos Humanos. Máster en Filosofía por la Universidad Federal de Paraná (UFPR) y miembro titular de la Comisión Municipal de Derechos Humanos de Curitiba.

Autor

Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Lyon 2 (Francia). Coordinadora del Programa de Estudios y Políticas sobre Juventud, Educación y Género de FLACSO-Brasil.

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