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El martillazo digital para no perder el año

Coautor Alonso Mujica / Los últimos 60 días han puesto a prueba el modelo educativo a escala mundial. En el contexto latinoamericano, las condiciones de confinamiento han requerido soluciones urgentes a pesar de las profundas limitaciones de la oferta educativa pública en la región. En ese ámbito, el principal reto ha sido la continuidad del año escolar.

Las experiencias han sido diversas. Por un lado, se destaca la respuesta de Uruguay a la crisis y es el único país que ha avanzado en el cierre de la brecha digital (11% entre escuelas del sector más rico y del más pobre). A través del Plan Ceibal, Uruguay ha podido transitar hacia la educación virtual con más éxito que sus pares, gracias a la disponibilidad de manuales digitales para padres, docentes y estudiantes, así como la repartición de nuevos dispositivos, con lo que han podido orientar el trabajo formativo desde un enfoque multidimensional.

Por otro lado, en el Perú, la puesta en marcha de la Estrategia “Aprendo en Casa”, del Ministerio de Educación, tuvo como objetivo aplacar los efectos iniciales del confinamiento en la continuación del año escolar. En esa línea, es destacable que más de 6 millones de personas hayan tenido acceso a las plataformas televisivas, radiales y online que se han puesto a disposición del público, y se espera que en las próximas semanas se inicie la distribución de más de 800.000 tabletas con conexión a internet para los hogares de mayores necesidades. Chile, por su parte, pospuso el comienzo del año escolar, adelantó las vacaciones de invierno y ya empezó formalmente el año escolar con una estrategia multiplataforma similar a la de Perú, en la que combina plataformas como la televisión, la radio y lo digital, así como guías educativas para docentes y padres.

A pesar de estos ejemplos, sigue el riesgo de que en países como el Perú miles de estudiantes pierdan el año, principalmente, debido a las brechas digitales que existen entre las diferentes realidades en asuntos de conectividad y dispositivos, así como en preparación previa en habilidades digitales.

1.725 millones de estudiantes, o el 98,5% de la población escolar mundial, se ha visto afectada por la pandemia de la COVID-19″

De acuerdo con Unicef, 1.725 millones de estudiantes, o el 98,5% de la población escolar mundial, se ha visto afectada por la pandemia de la COVID-19. De acuerdo con un informe del BID que se publicó en abril, los países de la región han priorizado el contenido curricular y su difusión por medios masivos. En esa línea, se destaca el uso de los medios tradicionales para complementar la oferta educativa en casa, además de la disposición de material impreso facilitado a través de la prensa escrita. Estas estrategias “multiplataforma” han sido utilizadas por la mayoría de dichos países, pero con la excepción del digitalizado Uruguay.

La cruda realidad es que los centros educativos del mundo no estuvieron preparados para una situación como la actual. Un informe del Centro de Información para la Mejora de los Aprendizajes, que se publicó en 2013, resaltaba que solo el 66% de los colegios latinoamericanos contaba con acceso a internet y que, en promedio, cada 14 estudiantes contaban con una computadora.

Desafortunadamente, la Prueba PISA, realizada por la OCDE en el año 2018, evidencia que la brecha en aprendizajes continúa. A pesar de los contrastes entre los países latinoamericanos evaluados, donde Chile tuvo el mejor resultado en lectura y ciencia, y Uruguay, en matemática, ninguno obtuvo un resultado superior al promedio de los países de la OCDE. Mientras que en Perú, que mostró una consistente mejora respecto a las evaluaciones anteriores, más de la mitad de los estudiantes en matemática, ciencia y lectura no cumplen con los estándares mínimos de aprendizaje.

En este marco, es indispensable hacer un currículo educativo que fortalezca las competencias generales y digitales de los estudiantes. La crisis sanitaria nos conduce, por lo tanto, a agregar la transformación digital como eje transversal de la propuesta educativa.

En tal sentido, algunas líneas de acción urgentes que requieren nuestros países son: 1. Cerrar brechas de infraestructura e internet móvil, priorizando, para ello, el uso de smartphones para facilitar la educación remota y proveer internet fijo de banda ancha a todo el territorio. La experiencia mexicana “Internet para Todos” adquiere mayor relevancia en este contexto y también la del “Plan Ceibal” de Uruguay en cuanto a dispositivos y conectividad. 2. Dotar al docente del papel de formador de formadores para capacitar a padres y familiares en labores de acompañamiento educativo. 3. Crear una experiencia de aprendizaje digital a través de la generación de contenidos, crear estrategias de acompañamiento a docentes y padres, y evaluar el aprendizaje de los estudiantes. 4. Desarrollar una gestión escolar remota orientada a pensar nuevos métodos de medición de la labor docente que integre a profesores, staff y gestores de la educación.

Los problemas y las críticas a la calidad educativa no son nuevos. Sin embargo, tenemos la oportunidad para dejar un legado a las futuras generaciones que potencie la creatividad, la resiliencia y el liderazgo. Si tenemos que elegir de qué lado de la historia estar, que sea el de la solución.


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Economista. Profesor adjunto en el Instituto de Empresa de Madrid. Fue consultor en Práctica Global de Educación del Banco Mundial. Máster en Administración Pública por la Universidad de Princeton.

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