Coautores Paulo L. Ortiz Bultó y Madelaine Rivera Sánchez
En el 1º semestre de 2023 se han registrado en las Américas más de 3 millones de casos de dengue que han causado la muerte de 1302 personas. La cifra de contagios supera los 2,8 millones de casos registrados en el mismo período de 2022 y este aumento podría estar asociado, en gran parte, a los efectos del cambio climático que ejercen una fuerte influencia, ya sea de manera directa o indirecta, en la propagación del mosquito.
El aumento de fenómenos extremos como sequías e inundaciones, que se vuelven más frecuentes y severas, y la pérdida de biodiversidad que acelera los cambios en los hábitats naturales, además de propiciar el aumento de los incendios forestales, acentúan el riesgo a un aumento de epidemias en la región.
Y es que a veces se tiende a subestimar el efecto del cambio climático y a ignorar que este constituye el problema ambiental más grave al que se enfrenta la humanidad. De hecho, si no tomamos medidas para adaptarnos y/o mitigar los efectos del cambio climático, se podría correr el riesgo en un futuro no muy lejano, de llegar a la extinción de la especie humana.
Hay que recordar que el dengue genera infecciones tanto asintomáticas, como sintomáticas que pueden ser ligeras o graves, pudiendo conducir a la muerte en muchas ocasiones. Esto sucede principalmente entre grupos en condición de vulnerabilidad como los niños, adultos mayores y personas con sistema inmunológico deprimido, sobre todo en áreas con condiciones higiénicas-sanitarias inadecuadas y de bajo nivel socioeconómico.
La adaptación del mosquito a las nuevas condiciones
La variabilidad climática como expresión primaria del cambio climático condiciona el incremento de las poblaciones de mosquitos y la aparición de virus como el dengue, al reforzar su poder de mutabilidad y adaptación a las nuevas condiciones. El principal mosquito transmisor del dengue es el Aedes aegypti, criado en ambientes urbanos y cuyo ciclo evolutivo depende de la temperatura, humedad, nubosidad, precipitaciones y radiación, entre otras variables climáticas, incluido los vientos que influyen en el vuelo del mosquito y su dispersión, así como en el índice de picadas.
La influencia del cambio climático trastorna la circulación general de la atmosfera ocasionando desajustes en los acoples océano-atmosfera. Esta situación propicia que el evento ENOS, más conocido como El Niño, se presente en condiciones diferentes a los anteriores, esperándose para finales de 2023 y comienzo de 2024 variaciones significativas en el clima.
En definitiva, el aumento de la presencia de centros de bajas presiones atmosféricas propician que las variables anteriores se exacerben y al combinarse favorezcan la rápida evolución del mosquito acortando su ciclo para llegar en pocos días a la adultez. Esto conduce al incremento considerable de poblaciones adultas, lo cual podría generar el aumento de enfermedades transmitidas por mosquitos en nuestra región, alguna de las cuales ya se han comenzado a manifestar.
El Caribe y Centroamérica, que cuentan con climas tropicales, y América del Sur con climas subtropicales, presentan el escenario más desfavorable. De hecho, se han reportado brotes de dengue que superan significativamente el promedio de casos de los últimos 5 años. En el primer semestre de 2023 Brasil, Perú y Bolivia encabezan los mayores registros de casos de dengue, aunque todos los países de la región reportan significativos números de casos e incluso con una rápida expansión geográfica a áreas donde antes no existía riesgo de transmisión.
El monitoreo del dengue ante el cambio climático
En Cuba, donde el dengue se ha mantenido controlado sin dejar de ser un problema, en el año 2002 se implementó el Sistema de Alerta Temprana (SAT) de dengue a nivel nacional. El monitoreo de las condiciones climáticas basado en pronósticos bioclimáticos contribuye a realizar acciones de manera oportuna para fortalecer los programas de prevención y salvaguardar a la población. También se realizaron acciones para reforzar el control y vigilancia del mosquito, información valiosa que contribuyó a perfeccionar los modelos de predicción y fortalecer el sistema de alerta.
Estos avances se han implementado en países como Paraguay, Bolivia, Costa Rica, Salvador, Honduras, República Dominicana y Panamá, atendiendo a sus diversas características geográficas, climáticas, socio-ambientales y epidemiológicas que permitieron tomar medidas de intervención con suficiente tiempo de antelación. Estas medidas contribuyeron a minimizar el impacto en la salud de la población mientras se sostuvo el periodo de implementación de los modelos bioclimáticos predictivos.
Actualmente, contar con la implementación de sistemas de alerta temprana favorece la disminución del número de muertos durante los eventos de El Niño y otros eventos extremos asociados a un clima cambiante. Otro beneficio del SAT es la respuesta proactiva a los problemas y necesidades que demanda la situación del dengue en la región. Es evidente la necesidad urgente de aumentar la capacidad de respuesta de la población y los servicios de salud con suficiente tiempo de antelación para tomar medidas que reduzcan los riesgos de enfermar por dengue.
Con ese propósito, se está desarrollando un proyecto piloto, con el apoyo del Instituto Interamericano para la investigación del Cambio Global (IAI), para implementar a escala subnacional, un Sistema de Alerta de dengue a partir de condiciones climáticas.
Paulo Lázaro Ortiz Bultó es investigador del Instituto de Meteorología. Punto Focal para la integración de los servicios de salud, IV-Región-OMM por Cuba. Doctor en Ciencias Económicas y asesor en la Región sobre modelos espaciales para la predicción de enfermedades infecciosas sensibles al clima.
Madelaine Rivera Sánchez es Directora de la Dirección Nacional de Vigilancia y Lucha Antivectorial (DNVLA) del Ministerio de Salud Pública de Cuba. Doctora en medicina veterinaria y Máster en Enfermedades Infecciosas.
Autor
Investigadora del Centro Meteorológico de Habana, Meteoróloga especializada en sistemas de alertas tempranas. Doctoranda en Ciencias Geográficas sobre enfermedades infecciosas en la Universidad de La Habana.