El presidente Nayib Bukele ha convertido a El Salvador en el primer país del mundo en establecer al bitcoin como moneda de curso legal junto al dólar estadounidense. El principal motivo, según ha argumentado fervientemente, es el ahorro que supondrá la reducción de las comisiones de los envíos de dinero desde el extranjero. Pero, ¿es bitcoin la mejor manera de hacer esto? ¿Cómo se determinan las comisiones asociadas a la transferencia de bitcoin? ¿Qué riesgos tiene para un país en vías de desarrollo?
El sistema financiero está cambiando
La irrupción del criptoverso, que podríamos definir como el conjunto de monedas y activos digitales de cualquier naturaleza y origen, que utilizan criptografía para asegurar las transacciones y que conviven o han convivido de manera virtual en Internet, ha provocado el inicio de la competencia entre sistemas centralizados y descentralizados.
Dentro de los llamados sistemas descentralizados, podemos encontrar las monedas digitales privadas. Los partidarios de las criptomonedas suelen argumentar que éstas no sólo proporcionan una alternativa al dinero fiduciario y a la banca comercial, sino que también son «un medio alternativo de gobernanza y libertad económica al margen de las instituciones existentes», como destaca Walch en su testimonio ante el Comité del Senado de EE.UU. sobre banca, vivienda y asuntos urbanos “Cryptocurrencies: What are they good for?”.
Las criptomonedas se consideran, por un lado, resistentes a la censura (censorship-resistant), es decir, resistentes a cualquier tipo de manipulación por parte de los gobiernos e instituciones financieras, y, por otro lado, no necesitar un intermediario en el que confiar para ejecutar las transacciones (permissionless).
Un ejemplo de estos sistemas descentralizados es Bitcoin, cuyo token, bitcoin, se convirtió en la primera criptomoneda de la era digital, anunciada en 2008 y lanzada en 2009. Sin embargo, los orígenes del criptoverso no se sitúan en el archiconocido bitcoin. DigiCash (1989), B-money (1998) o el Bit Gold (1998) fueron precursores de esta tecnología cuyo protocolo de consenso ha sido disruptivo en el sector.
Cabe mencionar ciertas similitudes —salvando las distancias— entre el Bitcoin y el funcionamiento de las piedras rai, la moneda usada en la isla de Yap, una de las islas Carolinas perteneciente a los Estados Federados de Micronesia, situada en el océano Pacífico. Las piedras rai, que poseen oferta limitada y cuyo peso hace imposible su transporte, pertenecen a los distintos habitantes de la isla. Dichos ciudadanos, recuerdan colectivamente a quién pertenece cada piedra. Cuando una de ellas es utilizada para comprar algún bien o servicios, la transacción debe ser aprobada por la mayoría de los habitantes del pueblo, una analogía con el protocolo de consenso de Bitcoin.
Si esto ocurre, se valida la transacción y todos los habitantes recuerdan al nuevo propietario de la piedra, mientras que su localización física es completamente irrelevante. Asimismo, no existen intermediarios a la hora de ejecutar la transacción más allá de la conformidad por parte de los habitantes de la isla, equivalentes a los “mineros” en Bitcoin.
Aunque el sistema de la isla de Yap es inviable para un número elevado de transacciones, es totalmente posible almacenar de manera no reversible quién ha realizado cada transacción, una vez validada, de manera virtual en una gigantesca hoja de datos como es la cadena de bloques (blockchain).
Esto ocurre en la red de Bitcoin, empero la verificación de las transacciones no es gratuita. Cada “nodo” o “minero” que consiga ser el primero en verificar un grupo de transacciones (bloque), recibirá una remuneración compuesta por comisiones (fees) asociadas a cada transacción en el bloque y una cuantía fija de bitcoins que se va reduciendo gradualmente hasta que se ponga toda la oferta de bitcoins en circulación (nótese que se han omitido multitud de detalles importantes en el proceso de validación de un bloque por motivos de espacio).
¿Cómo se determinan esas comisiones asociadas a cada transacción? El presidente de El Salvador, esgrime que la adopción de bitcoin como moneda de curso legal supondrá un ahorro importante de las comisiones por enviar dinero desde el extranjero (remesas). Se estima que las remesas que llegan a El Salvador ascienden a alrededor de una quinta parte de su PIB – 6.000 millones de dólares -, y las comisiones suelen superar del 10%.
Sin embargo, cabe puntualizar que las comisiones asociadas a las transacciones de bitcoin, como en casi todas las criptomonedas, no se pagan en función del valor de la cantidad que se transfiere. Si la capacidad de la red se ve superada por la excesiva demanda de transacciones que se realizan, su confirmación se retrasará, priorizándose aquellas transacciones que lleven asociadas unas comisiones más altas.
Los riesgos de la implementación del bitcoin
Aun así, es probable que las comisiones que reciben los “mineros” sean inferiores a las comisiones que cargan las instituciones financieras. Pero, además, entra en juego otro factor de riesgo inherente a convertir una criptomoneda como bitcoin en moneda de curso legal: su extrema volatilidad. La incertidumbre y volatilidad del tipo de cambio de una moneda está inversamente relacionada con la estabilidad económica de un país.
Que las empresas estén obligadas a aceptar pagos en bitcoin puede provocar cambios abruptos en las compañías en el muy corto plazo. Lo mismo ocurre en el sector financiero. El banco más grande de El Salvador, Bancoagrícola, ya acepta los pagos en bitcoin, no sólo para el envío de dinero de unos agentes a otros sino también para la devolución de préstamos. Es probable que algunos agentes intenten aprovechar las oportunidades de arbitraje disponibles para endeudarse y desendeudarse en bitcoin, provocando posibles problemas de solvencia.
Por otro lado, un reciente estudio, confirma que los usuarios estadounidenses de criptomonedas tienden a ser jóvenes, en su mayoría varones, nativos digitales y con un nivel educativo elevado. Según datos del Banco Mundial, en El Salvador un 6.1% de las mujeres y 7,3% de hombres de más de 25 años había completado algún tipo de formación universitaria. Sabiendo esto, parece difícil que la adopción masiva de bitcoin en un país con problemas de infraestructura tecnológica y acceso a internet tenga alguna posibilidad de prosperar.
La adopción de bitcoin como moneda de curso legal se entiende más como una estrategia de marketing llevada a cabo por el presidente del país que una medida adecuada de política económica que mejore la vida de sus ciudadanos. De momento, tras el anuncio de Bukele, la reacción de los mercados no se hizo esperar. Se produjo una reducción de la calificación de su deuda por diversas agencias de rating y un aumento importante de los tipos de interés de su deuda a largo plazo. Los siguientes meses serán determinantes para ver como progresa este experimento monetario.
Autor
Economista y candidato a Doctor de la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente, realiza estancia de Investigación en ENSAE, École Polytechnique, (París). Especializado en economía monetaria y economía digital.