Los actuales tiempos de democracias fatigadas están generando momentos que poco a poco se han ido decantando hacia la configuración de gobiernos caracterizados por la baja calidad de sus integrantes.
Los cambios constitucionales y reglamentarios en materia judicial en México muestra que el país no otorga garantías para los intereses estadounidenses.
En regímenes autocráticos, autoritarios o totalitarios, donde el poder se asume como una representación escénica, la información pierde el carácter de bien público para convertirse en un ejercicio de manipulación comunicativa.
Generalizar sus características solo genera sesgos analíticos que no contribuyen a la explicación científica y a la pregunta de: ¿por qué la gente está optando por líderes autoritarios?
El régimen Ortega-Murillo prepara un traspaso de poder basado en su propio círculo de confianza con el fin de continuar su proyecto familiar dictatorial.
El hecho de que un 50,4% de los votantes eligiera a Trump no lo hace menos autoritario o aspirante a fascista y esta gran victoria no debería asumirse como una delegación de poder.