Lo que está en juego con el proyecto trumpista es la realización del potencial de autocratización y, en última instancia, el derecho a ser ciudadano estadounidense.
Ese tipo de políticos enamoran, no porque sus votantes esperen cambios significativos en los aspectos sustantivos de sus vidas, sino porque su función principal es la de castigar al establishment.
Los actuales tiempos de democracias fatigadas están generando momentos que poco a poco se han ido decantando hacia la configuración de gobiernos caracterizados por la baja calidad de sus integrantes.
Los cambios constitucionales y reglamentarios en materia judicial en México muestra que el país no otorga garantías para los intereses estadounidenses.
En regímenes autocráticos, autoritarios o totalitarios, donde el poder se asume como una representación escénica, la información pierde el carácter de bien público para convertirse en un ejercicio de manipulación comunicativa.
Generalizar sus características solo genera sesgos analíticos que no contribuyen a la explicación científica y a la pregunta de: ¿por qué la gente está optando por líderes autoritarios?