Mientras la democracia se erosiona, líderes carismáticos aprovechan el malestar social para consolidar un modelo híbrido: un capitalismo autoritario con rostro populista. De Trump a Bukele, pasando por Milei y Noboa, emerge una generación que encarna una época donde la estabilidad económica pesa más que los valores democráticos.
Las autocracias electorales perfeccionan el control judicial mediante organismos disciplinarios que, lejos de garantizar justicia, sofocan la independencia de los jueces.
Gustavo Petro, elegido como símbolo del cambio, ha cruzado límites institucionales y adoptado prácticas autoritarias que amenazan la democracia colombiana.
Las restricciones migratorias y políticas educativas de Trump amenazan con frenar la circulación global de conocimiento, afectando especialmente a América Latina y su integración al desarrollo científico internacional.