El desafío electoral en Brasil se definirá por la tensión entre el descontento social y la capacidad del presidente de convertir la confrontación internacional en capital político interno.
El negacionismo instaurado por Bolsonaro trascendió su gobierno y hoy sigue operando en el Congreso, bloqueando avances socioambientales y erosionando la confianza en la democracia.
La Teología del Dominio impulsa en Brasil una ofensiva político-religiosa: ocupar instituciones, imponer moral bíblica y librar “guerras culturales” contra derechos LGBTQIA+, aborto y educación con enfoque de género. Con Bolsonaro y figuras como Nikolas Ferreira, el pentecostalismo conservador gana poder, tensiona al Poder Judicial y erosiona laicidad y democracia.
La novedad de avance del sentimiento antiinmigrante contra los brasileños es que se produce en un país históricamente visto como culturalmente vinculado a Brasil.
En Brasil, el 85% de las declaraciones ambientales realizadas por los productos tecnológicos analizados son greenwashing lo que evidencia el giro conservador del sector.