La mejor manera de construir el equilibrio en las relaciones internacionales es evitar interferir en los problemas internos, porque la posibilidad de fracaso es enorme y ninguna acción intervencionista es válida, venga de donde venga.
Es urgente que Brasil adopte un enfoque antirracista en su política exterior estableciendo vínculos más cooperativos y de apoyo con los países del Sur global.
La teoría del dominio del hecho, una figura del derecho penal, podría aplicarse en el caso de Bolsonaro: esta permite responsabilizar a quien tiene poder decisivo sobre un acto delictivo.
La emergencia climática ya es una fuerza que redefine el presente y exige respuestas inmediatas que no se basen en juegos de suma cero entre protección ambiental y desarrollo.
En el contexto de una agenda compartida centrada en el desarrollo sostenible y tecnológico, Brasil y China pueden avanzar hacia asociaciones que fortalezcan sus relaciones bilaterales y su posición global.
Dada la continuidad del flujo migratorio y el crecimiento de la extrema derecha en el país, es probable que la cuestión de la inmigración siga siendo un tema central en el debate político portugués.