La tragedia climática que azota el estado sureño de Brasil abrió el escenario para la lucha por identificar a los culpables de la tragedia. Y es que para algunos, la magnitud de la catástrofe es, en sí misma, una expresión de un resultado político.
El agua afecta todos los aspectos del desarrollo, por ello es necesario abordar su problemática de manera integral, interdisciplinar y transdiciplinar.
En Panamá, entre el 2 y el 3% de la superficie terrestre existente en la actualidad se verá afectada por el aumento del nivel del mar para el año 2050.
Debemos considerar cómo llevar a cabo la transición sin perjudicar las economías de subsistencia ni los ingresos derivados de la exportación de producciones agrícolas extensivas, que son fundamentales para las finanzas de estos países.
A pesar de reconocer el problema climático, el FMI y el Banco Mundial siguen priorizando las necesidades inmediatas, en lugar de considerar los desequilibrios que genera el modelo petrolero en el mediano y largo plazo.
La falta de agua para el normal funcionamiento del Canal de Panamá, así como las pérdidas por la reducción en el paso de buques tiene en alerta al país. Pero el vínculo entre el deterioro ambiental y la economía ha estado presente en la agenda nacional desde los 70’.