Con la aprobación de la reelección indefinida, Nayib Bukele consolida su poder absoluto y empuja a El Salvador hacia su mayor retroceso democrático en décadas.
El Salvador se ha convertido en una gran prisión, y su presidente exhibe orgullosamente la llave que abre la celda. Tras dos años de un estado de excepción que parece no tener fin, Nayib Bukele alcanzó, con amplio apoyo popular, jaquear el estado de derecho, la oposición y la democracia
Buena suerte la del presidente Bukele, que, en un solo acto, ha visto desaparecer de su futuro, tres sombras que podían haberle implicado con el narcotráfico.
La familia Bukele ejecuta un gasto multimillonario en ejércitos de desarrolladores dedicados a multiplicar la propaganda oficial en redes sociales y a apagar las voces disonantes.