En el complejo escenario de las relaciones internacionales en el siglo XXI, resulta fundamental reconsiderar estrategias frente a las tensiones interestatales actuales.
A la misma velocidad que el virus, la situación política mutó y comenzó a haber cada vez mayor resistencias ante las decisiones gubernamentales. Al principio, sobre todo contra el encierro obligatorio, y luego contra la vacunación.
El asesinato del presidente abre un escenario de incertidumbre sobre Haití y su entorno regional más inmediato. Institucionalmente la crisis no puede ser mayor: los tres poderes del Estado hoy están acéfalos.
El máximo exponente de la maldad humana lo constituyó el terror nazi que llevó un minucioso registro de sus víctimas. Treinta años después, bajo la doctrina de la seguridad nacional, un nuevo quehacer sistemático, pero sin luz ni taquígrafos, trajo a la represión institucionalizada en América Latina la figura de la desaparición forzosa.