A pocos días de las elecciones, Honduras encara un proceso marcado por la desconfianza ciudadana, la fragilidad institucional y las tensiones políticas y tecnológicas que amenazan la credibilidad de la jornada electoral.
Este proceso electoral reviste una importancia crucial, ya que, de acuerdo a la Ley Electoral, las elecciones presidenciales se definen en primera vuelta mediante una simple mayoría.
El rciente anuncio de cancelación del acuerdo de extradición parece deberse a que el Gobierno sabía que la embajadora estadounidense actuaba para que la Justicia de su país abriera expedientes contra funcionarios cercanos a la presidenta.
Si bien las políticas de “mano dura” no son nuevas en Honduras, la decisión de militarizar la seguridad pública y la ejecución de estas medidas despertó la preocupación de la comunidad internacional.
El mensaje de los socios de la presidenta en la coalición de gobierno es claro: la gobernabilidad pasa por la estabilización de una coalición que incluya a los socios políticos y que limite el nepotismo y la toma de decisiones unilaterales.