A 60 años del golpe, la investigación judicial que lo compromete le sirve a Bolsonaro para hacer campaña, seguir el “manual de estilo Trump 2024”, invertir la carga de la prueba, acusar al Poder Judicial de perseguirlo y buscar tomar revancha contra su sucesor.
¿Puede haber sido la agresión terrorista de las hordas bolsonaristas contra los pilares del sistema institucional brasileño un regalo inesperado que favorezca la consolidación de la democracia en ese país?
Tal como pasó con el fallido golpismo trumpista del 6 de enero de 2021, en Brasil las mentiras manufacturadas desde arriba fueron increíblemente tomadas como ciertas, y motivaron acciones desde abajo.
En cuatro años de gobierno, Jair Bolsonaro ha impuesto el secreto centenario al menos sesenta y cinco veces sobre datos de personas de su entorno, y para ello ha usado la excusa de proteger su privacidad.
Las elecciones presidenciales brasileñas de 2022 no fueron ni libres ni justas. Hay pruebas sólidas de que Jair Bolsonaro utilizó políticamente las instituciones gubernamentales y abusó del poder económico con el objetivo de obtener beneficios electorales.
Si Bolsonaro gana en la segunda vuelta aumentará su margen de maniobra para imponerse por encima de los controles y subvertir la Constitución, con el riesgo de cerrar el régimen.