La paradoja del proceso electoral más grande en la historia del país es que la furia de la violencia, del discurso, de la injusticia social y derivada de la polarización, nos dejan a los electores sin alternativas reales para tomar una decisión.
El próximo 2 de junio, en México no solo estará en juego quiénes representarán a la población sino también el rumbo de una forma de gobierno que a nivel global está sumiendo en una crisis a la democracia.
En los debates, las propuestas y promesas de las candidatas en la discusión han carecido de sustento, lo que no permite visualizar un proyecto de nación para el próximo sexenio.
Si la candidata oficialista gana sin mayoría calificada en ambas cámaras, la buena noticia es que podría no solo ampliar el margen de maniobra e independencia, y su capacidad de negociación con la oposición, sino también no pasar a la historia como la presidenta tutelada.
El 1 de marzo inició oficialmente la campaña por la presidencia de México. Sin embargo, la contienda arrancó desde el verano con precampañas que no eran tales y con acciones flagrantemente violatorias de las leyes electorales.
¿Por qué el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mencionó esta semana que la oposición está tramando un golpe de estado técnico a través del Poder Judicial?