La política actual ya no se explica solo con ideologías o programas, sino con emociones y relatos digitales. Comprender por qué figuras como Bukele y Milei dominan este nuevo lenguaje es clave para entender —y disputar— el poder en el siglo XXI.
Mientras las redes sociales se presentan como territorios de libertad y autenticidad juvenil, plataformas como Discord, TikTok y Reddit se han transformado en fábricas de identidad atravesadas por la polarización y el odio.
Los defensores de la desregulación, liderados por las multimillonarias grandes tecnológicas, difunden la falsa idea de que controlar las redes sociales es censura y utilizan conceptos falsos de libertad para aumentar sus ganancias.
El acercamiento oportunista de Musk y Zuckenberg a Donald Trump tiene poco que ver con la defensa de la libertad de expresión y todo que ver con la defensa de la libertad de sus empresas.
Ya sea por la falta de transparencia de cómo funciona realmente este modelo, o por los datos descritos anteriormente, es difícil asumir que las “Notas Comunitarias” sean más democráticas que el sistema de verificación profesional de datos.