América Latina se enfrenta a su propia contradicción: condena la injerencia externa en Venezuela, pero guarda silencio ante el autoritarismo y la crisis democrática dentro del país.
Las crecientes ausencias y divisiones en ambos lados del Atlántico ponen en duda si las cumbres UE–CELAC siguen siendo un instrumento útil para la cooperación birregional.
En un mundo que exige cooperación global, excluir a las mujeres de la toma de decisiones internacionales no solo es injusto: es ineficiente, y debilita las bases mismas del multilateralismo.
La política exterior de Estados Unidos sigue confiando en la coerción, pero al ignorar las dinámicas internas de sus socios termina generando resistencia, nacionalismo y pérdida de influencia en la región.
El desafío electoral en Brasil se definirá por la tensión entre el descontento social y la capacidad del presidente de convertir la confrontación internacional en capital político interno.