La región debe unirse para evitar caer en la lógica colonial, compartida tanto por EE.UU. como por China, que la posiciona como un mero proveedor de materias primas.
Si bien los principales desafíos de seguridad y estabilidad para EE. UU.—como el crimen organizado, el narcotráfico y la migración masiva—tienen su origen en América Latina, también la región posee la clave para su posible solución.
La agenda de política exterior del grupo dominante dentro del nuevo gobierno de EEUU es una mezcla poco coherente de mercantilismo, aislacionismo y revisionismo iliberales.
Un menor liderazgo de EE.UU. en la región podría ser aprovechado por Beijing, quien busca fortalecer los vínculos diplomáticos con nuevos socios del continente americano para consolidar su posición geopolítica.
La mejor manera de construir el equilibrio en las relaciones internacionales es evitar interferir en los problemas internos, porque la posibilidad de fracaso es enorme y ninguna acción intervencionista es válida, venga de donde venga.
Desde la izquierda, los dos últimos presidentes mexicanos han elevado al inmigrante al estatus de héroe, al nivel del viejo luchador o guerrillero antimperialista de décadas pasadas.