Uruguay vive la principal crisis política desde la restauración de la democracia en 1985, y el desencadenante es tan escandaloso que para el sereno y ordenado país suena casi que a ficción.
A la asunción de Lula da Silva asistieron presidentes y jefes de Gobierno de todo el mundo. Pero Uruguay estuvo representado por el presidente Luis Lacalle Pou, quien estuvo acompañado por los expresidentes Julio María Sanguinetti y José “Pepe” Mujica.
El anuncio del presidente uruguayo de que se iniciaría un estudio de factibilidad para suscribir un tratado de libre comercio (TLC) entre ambos países ha llamado la atención política nacional y regional.
El gobierno, los periodistas y la comunidad científica insisten reiteradamente en pedirle a la gente que tome las máximas precauciones para evitar contagios y que se inscriba para vacunarse. Pero el gobierno no impone restricciones mayores a la movilidad de las personas, sino que apela a la “libertad responsable”.
En la última década Brasil ha ido perdiendo protagonismo regional y varios presidentes han intentado llenar este vació. Todos fracasaron. Ante la desintegración económica y la fragmentación política en Sudamérica, el presidente de Uruguay está intentando liderar una agenda que tiene como objetivo flexibilizar el Mercosur.