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El golpismo no muere: el bolsonarismo y la amenaza continua contra el Estado de derecho en Brasil

La condena histórica a Bolsonaro y a militares por intento de golpe no ha frenado al bolsonarismo, que mantiene viva la amenaza contra la democracia brasileña desde dentro y fuera del país.

El 11 de septiembre de 2025 se convirtió en una fecha histórica en Brasil. Por primera vez militares y civiles fueron condenados por el Supremo Tribunal Federal por intento de golpe de Estado y supresión del estado de derecho, entre otras cosas. La magistrada Cármen Lúcia emitió el voto que conformó la mayoría para la condena de varios altos mandos militares, incluidos el teniente coronel Mauro Cid y el expresidente Jair Messias Bolsonaro, líder de la organización criminal. Este voto fue crucial para entender la materialidad del delito de organización criminal, una noción compartida por en total por 4 de los 5 ministros.

Los acusados basaron sus defensas en dos argumentos principales: la ausencia de los acusados en el asalto a las sedes de los poderes del Estado del 8 de enero de 2023 y la afirmación de que las evidencias eran meras especulaciones. Sin embargo, los ministros desestimaron estas defensas, enfatizando que los movimientos golpistas fueron adoptados públicamente por los acusados a través de actos en la calle, redes sociales y reuniones ministeriales. La evidencia documentada a través de imágenes, grabaciones y otros documentos fue abrumadora lo que dejó clara su responsabilidad en la intentona golpista.

El golpismo continuado: externo e interno

Pero el golpismo sigue en marcha, más allá de lo que se recopiló en las investigaciones y se añadió al proceso judicial que condenó a los acusados en la Acción Penal 2668. A punto de comenzar el juicio y ante la inminencia de la condena de Bolsonaro, su hijo Eduardo, diputado federal, decidió instalarse en Estados Unidos (sin renunciar a su mandato y, por tanto, cobrando de las arcas públicas) para articular una ofensiva golpista internacional patrocinada por el gobierno de Trump.

A partir de los llamamientos de Eduardo Bolsonaro, el presidente estadounidense decidió aplicar la Ley Magnitsky contra el ministro Alexandre de Moraes (y su esposa) y aplicar un exorbitante tarifazo del 50% a las exportaciones brasileñas a su país. Se trata de intentos, no solo de coacción contra el relator de la Acción Penal, sino también de desestabilización del orden económico brasileño. A raíz de estas acciones, la portavoz de la Casa Blanca declaró que Trump no descarta el uso del poder militar para intervenir en países que entren en colisión con Estados Unidos, en una referencia explícita a los conflictos con Brasil.

El golpismo interno, liderado por el bolsonarismo en el Congreso Nacional, puso en marcha, tras repetidas amenazas, otra acción golpista. La Cámara de Diputados aprobó el 17 de septiembre la Propuesta de Enmienda a la Constitución, conocida como la PEC del Blindaje. Esta establece que solo el Congreso puede deliberar, en votación secreta, sobre el enjuiciamiento penal de parlamentarios y presidentes de partidos con representación en las cámaras legislativas. En la práctica, se trata de una propuesta que obstaculiza el juicio de Bolsonaro y su banda, oficializando que las organizaciones criminales puedan constituir mandatos legislativos en busca de inmunidad para sus acciones. La Cámara también aprobó la urgencia del proyecto de ley de amnistía que busca perdonar los delitos de Bolsonaro y su horda golpista y, de paso, a otros delincuentes en Brasil.

Estos actos de golpismo continuado también podrán no reconocer la derrota o crear una atmósfera que exagera el alcance de sus fuerzas como forma de movilizar a sus seguidores. Hay una fuerte tendencia al comportamiento sectario en las formas de pensar y actuar de los bolsonaristas. Así como el pastor Malafaia le decía a un tambaleante Bolsonaro en un audio de WhatsApp que tenía «el cuchillo y el queso en la mano», la derecha autoritaria y fascistoide se alimenta de una percepción alucinatoria de la realidad. Siempre sube la apuesta. Cuanto más cerca está de la derrota, mayores son sus delirios triunfalistas.

Las imágenes que muestran a los parlamentarios de derecha celebrando la aprobación de la PEC del Blindaje y la urgencia del proyecto de ley de amnistía en la Cámara de Diputados describen un estado de delirio colectivo. Sin embargo, se trata de personas que están en connivencia con los negocios del poder, en los que las líneas entre la institucionalidad y la criminalidad son borrosas. Personas que militan por un régimen autoritario como instancia normalizadora de los abusos y la violencia que constituyen las propias líneas de sus vidas y sus carreras.

Sin embargo, los golpistas serán castigados y la trama continuada será desmantelada. La derecha autoritaria tiene la costumbre de sembrar confusión para desviar la atención pública de sus derrotas y fechorias. Pero es complicado que estas propuestas lleguen a concretarse. Recordemos que las aprobaciones de la Cámara de Diputados están pendientes de la validación del Senado, donde ya varios han señalado un posible rechazo.

Pero antes de que el Senado decidiera el destino de estos proyectos, las calles gritaron basta. El domingo 21 de septiembre, día de la primavera, las calles de todo Brasil florecieron, llenándose de voces que exigían la defensa de la democracia. Las marchas masivas expresaron su rechazo a la amnistía y a la PEC del Blindaje. Días después, la Comisión de Constitución y Justicia del Senado Federal rechazó de manera unánime la PEC del blindaje, enterrando así la propuesta de impunidad y privilegios. En cuanto al proyecto de amnistía, este enfrenta una creciente resistencia en el Congreso Nacional.

El cambio en el panorama político, tras las enormes manifestaciones populares en contra de estas propuestas, ha llevado a varios partidos a distanciarse del debate, optando por la cautela. Sin embargo, el golpismo interno está lejos de disiparse, ya que intenta condicionar la aprobación del proyecto de amnistía al proyecto de la exención del Impuesto sobre la Renta, una promesa de campaña del presidente Lula.

En este camino repleto de desafíos, el compromiso con la defensa de la democracia de los movimientos sociales, los estudiantes, las universidades y los trabajadores rurales y urbanos, es crucial para detener los anhelos del golpismo sediento. ¡Debemos permanecer despiertos y vigilantes!

Autor

Doctor en ciencia política por el IESP-UERJ, Rio de Janeiro. Profesor de ciencia política de la Universidad Federal Fluminense. Coordinador del Laboratorio de Estudios sobre Política y Violencia – LEPOV/UFF.

 

Otros artículos del autor

Cientista político. Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Federal Fluminense (UFF). Doctor en Ciencia Polítia por el Institutos de Esudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (IESP/UERJ).

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