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La crisis climática: una crisis de liderazgo e imaginación

Coautores Fany Ramos Quispe, Kim Portmess

La CoP27 llegó y se fue! Y al comenzar el 2023, con todas las mejores intenciones y resoluciones, nos preguntamos ¿quién apoyará y hará operativos los acuerdos alcanzados?

Uno de los principales resultados de la Conferencia de las Partes (CoP27) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) fue la creación de un fondo específico para pérdidas y daños para apoyar a los países más vulnerables al cambio climático. Esta es una demanda histórica de los países del Sur Global, particularmente las pequeñas naciones insulares y los países menos desarrollados, que ya están sufriendo los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos y otros desastres climáticos. De hecho, el establecimiento del fondo de pérdidas y daños es fundamental para complementar los esfuerzos de mitigación y adaptación que ya están en curso.

Después de 30 años de discusiones y negociaciones sobre el cambio climático, nuestros líderes políticos globales no han logrado enfrentar el problema de manera efectiva, proporcionar vías globales para la acción climática y guiar el cambio para un futuro más justo, inclusivo y sostenible. Muchas personas en todo el mundo, activistas, ambientalistas, científicos y ciudadanos, desconfían de los resultados de las reuniones globales, como la CoP27, debilitando su legitimidad. Sin embargo, han surgido simultáneamente muchos espacios nuevos para una participación comprometida y más amplia, que tratan de llenar el vacío entre la ciencia, la política y la sociedad.

¿Cuáles son los principales resultados alcanzados por los liderazgos actuales en la CoP27?

El fondo para pérdidas y daños es uno de los principales logros de la CoP27, sin embargo, este es solo el comienzo de una conversación que marcará la agenda de los próximos años. ¿Qué países deberían proporcionar financiamiento? ¿Cómo se distribuirán los fondos? ¿Qué pasa cuando desaparecen las formas tradicionales de habitar el planeta y las prácticas culturales se transforman a causa del cambio climático?…¿Se pueden compensar con dinero? ¿Cómo medimos los pagos y las compensaciones por la destrucción del planeta?

La conversación continúa con otros resultados importantes para las Américas. El Plan de implementación de Sharm el-Sheikh destaca que una transformación global hacia una economía baja en carbono necesitará al menos USD 4-6 billones por año, sin embargo, la meta de los países desarrollados de movilizar USD 100 mil millones por año para el 2020 no se ha cumplido. En 2023, los países presentarán planes climáticos más sólidos y ambiciosos a la Secretaría de la CMNUCC, los cuales serán analizados para ver qué tan cerca estamos de mantener la meta de 1,5 °C. Además, se decidió establecer un programa de trabajo sobre Transición Justa.

La magnitud de la crisis climática plantea otros desafíos en cascada que deben afrontarse en un futuro cercano, que si se trabaja adecuadamente, podrían ser la clave para construir un mundo más justo, democrático y equitativo: mejorar la participación, amplificar la voz de los jóvenes, generar confianza entre países y potenciar los liderazgos en todos los niveles para hacer frente a nuestros complejos desafíos comunes.

Construyendo esperanza para enfrentar la crisis climática: otro significado del liderazgo desde el continente Americano

Durante las últimas tres décadas líderes nacionales y globales vienen discutiendo los impactos de las actividades humanas en el planeta y los efectos negativos que la modernidad y el desarrollo tienen sobre el clima, la naturaleza y la biodiversidad, lo que se ha dado a llamar el Antropoceno. Esta es una época en la que los humanos están liderando cambios a nivel global como una fuerza geológica. El síntoma prominente del Antropoceno es la crisis climática, provocada por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y un liderazgo humano caracterizado por apostar por y defender un crecimiento económico sin fin, basado en la dominación, expansión y explotación, que incluye siglos de esclavitud.

La ciencia ha sido clara durante muchos años sobre la necesidad de reducir significativamente las emisiones para cumplir con los objetivos internacionales y descarbonizar las actividades humanas. El tiempo se acaba y en este contexto crítico cada acción (e inacción) cuenta. Todavía hay una gran brecha para vincular la ciencia con la política y la acción social, y no existe una fórmula mágica para resolver los complejos problemas que enfrentamos, incluida la emergencia climática. Entonces, ¿cómo podemos (re)construir una nueva arquitectura científico-política y (re)activar nuestra imaginación para pensar en caminos alternativos para enfrentar activamente nuestros problemas? La crisis climática es también una crisis de liderazgo e imaginación para construir consensos. 

Paradojicamente, al mismo tiempo que se llevó a cabo la CoP27, 30 científicos de carrera de temprana y profesionales de diversas disciplinas participantes del programa de Ciencia, Tecnología y Políticas (IAI-STeP) de 14 países de todo el continente americano se reunieron en Uruguay para abordar uno de los desafíos más apremiantes relacionados con la crisis climática: cómo vincular efectivamente el conocimiento científico/técnico y las dimensiones sociales, políticas y éticas para apoyar una política ambiental inclusiva y orientada a la acción.

Las(os) profesionales del programa IAI-STeP tenemos como objetivo trabajar para construir un tipo de liderazgo más efectivo que cada persona pueda ejemplificar. Un liderazgo pluralista, ético, colectivo, inclusivo y horizontal, más adecuado para abordar los desafíos del siglo XXI. Este liderazgo debería poder facilitar la participación efectiva de todos los actores de la sociedad en la co-producción de conocimientos y soluciones y para amplificar las voces de quienes ya sufren los impactos del cambio climático. Traer a la mesa una rica diversidad de conocimientos y experiencias requiere de empatía, vulnerabilidad y capacidad de escucha. Habilidades necesarias para reimaginar conjuntamente alternativas de desarrollo, construir resiliencia y quizás consensos en la búsqueda de soluciones a la crisis climática.

La COP27, al igual que las conferencias anteriores, dejó muchos asuntos e inquietudes sin resolver como las finanzas, las responsabilidades, las relaciones de poder y la transparencia que vuelven a ser las cuestiones pendientes. Estos temas son parte de los problemas estructurales que evolucionaron junto con la colonización, la exclusión y la explotación, procesos históricos, liderados por grandes grupos de poder. Es por eso que el principio de “Responsabilidades comunes pero diferenciadas (CBDR por sus siglas en inglés)” fue incluido en la CMNUCC, sin embargo su implementación aún no ha prosperado para construir un consenso efectivo entre los líderes mundiales actuales.

Los resultados de la CoP27 son una vez más un ejemplo de posiciones contrapuestas en nuestro propio continente americano, posiciones que no parten de una visión compartida de la crisis climática. Nuestros países continúan negociando desde diferentes grupos como países desarrollados, en desarrollo y menos desarrollados. Todavía necesitamos confrontar y reconciliar los problemas de injusticia, racismo, desigualdad y colonización. ¿Llegará el día en que nuestro continente tome una posición común o consensuada frente a la crisis climática? Volvemos a la pregunta; ¿Quién apoyará y operativizará los acuerdos alcanzados en la CoP27? Tal vez serán los profesionales de programas de ciencia, tecnología y política (STeP) de todo el mundo que trabajan con gobiernos nacionales, organizaciones internacionales, universidades y el sector  privado, quienes finalmente reconciliarán la ciencia, la política y la sociedad para la acción efectiva. Confiamos en que con un grupo creciente de líderes interamericanos, como las(os) profesionales del programa STeP, una comunidad amplia, resiliente y significativa, que trabaja en puestos de toma de decisiones, se pueda lograr.

Fany Ramos es Ingeniera Ambiental por el Instituto Politécnico Nacional (México), con maestría en Cambio Ambiental y Desarrollo Internacional por la Universidad de Sheffield (nglaterra). Miembro de OWSD Bolivia y actual IAI STeP Fellow.

Kim Portmess es Consultora de Programas en el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI).

Autor

Otros artículos del autor

Profesora y Doctora en Antropología de la Univ. de Buenos Aires (UBA). STeP Fellow en el Inst. Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI). Especializada en las dimensiones humanas del clima y el cambio climático en el Antropoceno.

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