Con la caída del índice de aprobación del gobierno de Jair Bolsonaro entre los más ricos y el pequeño aumento entre los más pobres en la última encuesta de Datafolha, muchos analistas se apresuraron a anunciar una supuesta transformación de la base de lo que algunos expertos llaman “bolsonarismo”. La ayuda de emergencia, un beneficio financiero creado para ayudar a los trabajadores informales de Brasil durante la pandemia de la COVID-19, habría sido el principal responsable de la migración de los más pobres a la base de Bolsonaro.
El debate creado en torno a la relación entre el apoyo de los votantes de bajos ingresos al gobierno de Bolsonaro y la ayuda de emergencia puede ser nuevo, pero reproduce una vieja lectura de la Academia, la prensa y el sentido común sobre el comportamiento electoral de los más pobres en Brasil. Según este punto de vista, el apoyo de los votantes más pobres está determinado exclusivamente por la política de transferencias puntuales de efectivo. Al recurrir a esta lectura, la Academia y la prensa terminan, aunque sea sin intención, reproduciendo la visión de que los votantes más pobres cambian su voto por dinero.
Sin embargo, el problema de este debate, que gira en torno a las políticas de transferencia de efectivo, no es solo reproducir los prejuicios de clase y regionales, sino también simplificar el comportamiento electoral de un solo sector de la población. En la construcción de modelos estadísticos que tienen como objetivo medir la influencia de la ayuda de emergencia o de la Bolsa Família en el comportamiento electoral de los más pobres en Brasil, no consideramos que estos votantes puedan pensar en su voto en otros términos. Después de todo: ¿podemos afirmar categóricamente que esas políticas son, de hecho, la única medida con la que los votantes de bajos ingresos miden su bienestar material? ¿La pobreza desempeña un papel tan determinante que no permite a los votantes más pobres pensar en su voto más allá del punto de los ingresos? En otras palabras: ¿son los votantes más pobres tan diferentes de los votantes de otras franjas de ingresos que su comportamiento político no se ve influido también por los demás asuntos que ocupan el debate nacional, como la corrupción, la seguridad, la salud y la educación?
Investigaciones cualitativas muestran que los votantes de bajos ingresos definen su bienestar material de una manera mucho más compleja. Al realizar mi investigación etnográfica sobre los votantes de bajos ingresos en una ciudad del interior de Bahía, obtuve que los votantes de bajos ingresos utilizaban un repertorio de experiencias personales para evaluar la actuación del Gobierno Federal, que iba mucho más allá de si eran beneficiarios o no de la Bolsa Família. Era común entre estos votantes evaluar si un gobierno había, en sus propias palabras, «mirado la pobreza». Y la Bolsa Família figuraba solo como uno de los factores para justificar su visión de si un gobierno había «mirado la pobreza».
Además de la Bolsa Família, los votantes de bajos ingresos citaron tanto políticas en las que se habían beneficiado directamente, como el programa de vivienda Minha Casa Minha Vida, y mencionaron otras políticas que afectaban indirectamente a su realidad cotidiana, como las comparaciones sobre su poder adquisitivo, el acceso a los bienes de consumo o incluso sobre la regularidad de las comidas escolares en su comunidad.
Es evidente que las acciones de un gobierno afectan a la vida cotidiana de los votantes en varias dimensiones, y los de bajos ingresos usan una infinidad de experiencias para evaluar el impacto de un gobierno en relación con su bienestar material. Si bien las políticas de transferencia de efectivo son importantes para los votantes más pobres, solo abarcan una dimensión de su vida material. En este sentido, no es posible simplificar y afirmar que la ayuda de emergencia ha cambiado la base bolsonarista en Brasil.
Además, no puede asumirse que estos votantes, debido a su privación material, voten solo con su bolsillo. Limitar la conversación a esto no solo trata a un grupo diverso de votantes como un grupo homogéneo, sino que también elimina la posibilidad de que construyan narrativas políticas que no pasen por su lugar de clase.
En mi investigación para las elecciones de 2014, el discurso de desencanto ante los escándalos de corrupción ya marcó la narrativa política de ciertos votantes de bajos ingresos, lo que llevó a algunos a abstenerse de tomar partido en la disputa política.
Los votantes de bajos ingresos, así como los más ricos, pueden tejer narrativas políticas desde dimensiones distintas a su posición de clase»
En otro rincón de Brasil, la investigación de Rosana Pinheiro Machado y Lucia Mury Scalco expuso la identificación política de jóvenes de un suburbio de Porto Alegre, inmersos en un contexto de creciente violencia, con un discurso de endurecimiento de la seguridad pública en las elecciones de 2018. Estos ejemplos demuestran que los votantes de bajos ingresos, así como los más ricos, pueden tejer narrativas políticas desde dimensiones distintas a su posición de clase. Además, estas otras identidades pueden pesar en el momento de la votación más que las consideraciones de su bienestar material.
Las narrativas políticas que los votantes tejen no son estáticas, sino sumamente contextuales. Varían según las experiencias de los votantes, que son, por naturaleza, fluidas. Aún es demasiado pronto para predecir si la pandemia será un factor influyente en las próximas elecciones presidenciales de Brasil, pero es seguro que ha sido un acontecimiento notable para los brasileños de todas las clases sociales. Esto es especialmente cierto en el caso de los votantes de bajos ingresos, ya que, según las últimas encuestas de Datafolha, la mayoría teme ser infectado por el coronavirus, apoya la aplicación de medidas de circulación restrictiva y practica el aislamiento social. Este comportamiento no carece de razón, ya que las cifras indican que los sectores más vulnerables de la población mueren desproporcionadamente a causa del virus.
El tratamiento del coronavirus por parte del presidente de Brasil como una gripe y su continua oposición a las medidas de aislamiento social va, por lo tanto, precisamente en la dirección opuesta a los deseos de esta población más pobre. Dependiendo de la evolución de la pandemia en Brasil, la posición del Gobierno frente a esta crisis epidemiológica puede convertirse en un relato preponderante entre los votantes más pobres; algo que parece estar ocurriendo ya. Los sondeos de opinión de Datafolha muestran que la conducta de los gobernadores y alcaldes frente a la pandemia ha sido mucho mejor evaluada por los más pobres que la de Bolsonaro, incluso con la ayuda de emergencia entendida como un beneficio del Gobierno Federal.
Todo esto demuestra que necesitamos ampliar el debate; no podemos simplificar el apoyo de los votantes de bajos ingresos solo a la ayuda de emergencia. El bienestar de los más pobres no se define solo por las políticas de transferencia de ingresos, ni su visión política se limita a su propio bolsillo. La pandemia promete ser otro factor relevante que también entrará en el radar político de los más pobres.
Foto de midianinja en Foter.com / CC BY-NC-SA
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Autor
Cientista política. Investigadora de postdoctorado en el Nuffield College de la Universidad de Oxford. Doctora en Ciencia Política por Northwestern Univeristy (Illinois, E.U.A.). Sus áreas de interés son comportamiento político, partidos políticos y elecciones.