El acuerdo entre el Mercosur y la UE es criticado como proyecto neocolonial o tratado vampiro. Desde esta perspectiva, después de la firma del acuerdo la UE explotará y exprimirá a los países del Mercosur. Es cierto que el acuerdo producirá ganadores y perdedores en ambos lados, pero según un estudio de la London School of Economics (comisionado por la UE), se ampliará el comercio en general y aumentará la prosperidad en ambas regiones, aunque de manera modesta. Es importante aprovechar las oportunidades y no solo referirse a los riesgos. Los cuerdos comerciales no impiden una política gubernamental proactiva para mejorar la competitividad de las empresas nacionales (incluyendo más fondos para la ciencia y el desarrollo de nuevas tecnologías) y para promover sus exportaciones; especialmente cuando el acuerdo otorga largos períodos de transición a ciertas industrias.
Es necesario superar el parroquialismo nacional, tanto en América del Sur como en Europa, y mirar el acuerdo desde una perspectiva geoeconómica y geopolítica. América del Sur y Europa deben posicionarse en un mundo marcado por una confrontación cada vez más fuerte entre China y Estados Unidos. Hay que defender el multilateralismo y un sistema international basado en normas y reglas vinculantes para todos (por ejemplo, en el área de comercio y estándares medioambientales). Los estados sudamericanos tienen que cooperar para tener una voz en la política internacional y para defender su autonomía. El Mercosur necesita el anclaje externo de la UE, de lo contrario, existe un mayor riesgo de que el bloque económico se desmorone.
La UE no es el socio comercial más importante y comprador principal de materias primas del Mercosur, sino China. Esto es especialmente cierto para la carne de vaca y productos agrícolas como la soja, cuyo cultivo se vincula con la deforestación en la Amazonia. China es también el principal exportador de productos industriales que compiten con los productores nacionales en los países del Mercosur. El ex presidente uruguayo José «Pepe» Mujica, uno de los lideres intelectuales de la izquierda latinoamericana, ha reclamado repetidamente que Europa debe equilibrar la influencia de China en América Latina y ha respaldado explícitamente el acuerdo Mercosur-UE.
El acuerdo permite que la UE se afirme geoeconómica y geopolíticamente en América del Sur contra China y Estados Unidos para defender un sistema de comercio mundial abierto y basado en reglas.
La UE es el segundo socio comercial más importante del Mercosur, por delante de los Estados Unidos. Y las empresas europeas son los inversores extranjeros más importantes de la región. El acuerdo permite que la UE se afirme geoeconómica y geopolíticamente en América del Sur contra China y Estados Unidos para defender un sistema de comercio mundial abierto y basado en reglas. El acuerdo permite que se apliquen normas medioambientales europeas en América del Sur, al menos para los productos que se exportan a la UE.
Los acuerdos comerciales pueden además proporcionar una palanca política que se debe utilizar cuando es necesario. Es más fácil proteger la selva amazónica si Brasil y los otros países del Mercosur forman parte de un acuerdo que incluye un compromiso para implementar las medidas del Acuerdo de París para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (incluyendo una reducción de la deforestación). El acuerdo facilita la expansión y profundización de las redes de protección ambiental entre América del Sur y Europa, y permite perforar el reclamo de una soberanía absoluta sobre el medio ambiente en territorio nacional. La protección del medio ambiente y el comercio no son mutuamente excluyentes. Europa tiene peso como potencia comercial, y la UE tiene un poder de gestión que debería usar. Pero desde una perspectiva europea, también hay límites claros para un acuerdo. Si un gobierno se niega a cumplir con sus obligaciones internacionales o destruye su sistema democrático no habrá acuerdo con ese país.
Foto de la Casa de América en Foter.com / CC BY-NC-ND
Autor
Investigador asociado del German Institute for Gobal and Area Studies - GIGA (Hamburgo, Alemania) y del German Council on Foreign Relations (DGAP). Fue Director del Instituto de Estudios Latinoamericanos y Vicepresidente del GIGA.