Desde los primeros pasos del proceso de expansión de las empresas chinas, iniciado a mediados de los años 2000 y que se intensificó a finales de esa década, Brasil ha sido el principal destino de las inversiones del gigante asiático en América Latina y figura entre los cinco países que más han recibido capital productivo chino en el mundo. Con poco más de una década y media de actividad constante, las inversiones chinas ya están presentes en todas las regiones de Brasil, desde los grandes centros urbanos y capitales hasta pequeñas ciudades del interior.
Durante este período, hubo cambios en el perfil de los proyectos que atrajeron el interés chino, ya sea por las políticas internas adoptadas por Pekín, por momentos de mayor o menor apertura del mercado brasileño, o debido a turbulencias en el escenario internacional. Inicialmente, reflejando el crecimiento exponencial del comercio bilateral, había un gran entusiasmo por el sector de las materias primas, especialmente en el área de extracción de petróleo. Hoy en día, están presentes en Brasil algunas de las mayores empresas chinas del sector, como China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), China Petrochemical Corporation (Sinopec) y China National Petroleum Corporation (CNPC).
En un segundo momento, el área de energía –especialmente la generación, transmisión y distribución de electricidad– comenzó a atraer la mayor parte de los proyectos, especialmente con la entrada de gigantes como State Grid y China Three Gorges, que tienen en Brasil su principal mercado fuera de China. Al mismo tiempo, la industria manufacturera ganó espacio, con la entrada de empresas chinas de diversos segmentos, como automotriz, electrodomésticos y maquinaria y equipos, incluyendo a BYD, TCL, Gree, Midea, Sanxing Electric y Xuzhou Construction Machinery Group (XCMG).
Además, hay inversiones consolidadas en el sector minero, con la presencia de grandes iniciativas de CMOC en el área de niobio y fosfatos, y en el segmento agrícola, con aportes de empresas como COFCO y Long-Ping High-Tech, que van desde la comercialización y suministro de productos agrícolas hasta la fabricación de productos químicos para la agroindustria. En el segmento de infraestructura, también destacan las inversiones de las empresas estatales, que desde 2018 tiene en su cartera la Terminal de Contenedores de Paranaguá.
El crecimiento del comercio bilateral y la entrada de inversiones han generado, a su vez, un creciente interés en el sector bancario, que gradualmente ha comenzado a operar directamente en el país. En la primera década de los 2000, la presencia de bancos chinos aún era incipiente, contando básicamente con el Bank of China, pionero en la presencia de estas instituciones en América del Sur. Luego, en 2009, se estableció como Banco de China Brasil S.A., el primer banco chino en ingresar efectivamente en el territorio nacional. A partir de 2012, otros bancos comenzaron a operar en el país, como el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), el Bank of Communications (BOCOM) y el China Construction Bank (CCB).
Cabe destacar que poco más de la mitad de los proyectos chinos en Brasil ingresaron al país a través de iniciativas greenfield, con el establecimiento de nuevos negocios o nuevas rondas de inversiones en proyectos iniciados en años anteriores. Esto ha generado numerosos beneficios para la economía brasileña, ya que crea redes de conectividad entre cadenas de valor, además de dinamizar el mercado laboral. Al mismo tiempo, muchas empresas chinas también optaron por ingresar al país apostando por fusiones y adquisiciones, aprovechando ventajas puntuales, como la caída relativa de los precios de los activos nacionales debido a la devaluación del real.
La trayectoria de las inversiones chinas en Brasil muestra que las relaciones en esta área han alcanzado un grado considerable de madurez, con una rápida evolución –cuantitativa y cualitativa– de estas inversiones, lo que ha preparado bases sólidas para las nuevas tendencias que comienzan a emerger. Actualmente, los grandes proyectos de inversión de China en el extranjero son menos frecuentes, dando paso a emprendimientos menores en las llamadas «nuevas infraestructuras», con iniciativas en áreas que están en el centro de los planes de desarrollo del liderazgo chino, como las energías renovables, los autos eléctricos, la tecnología de la información, la infraestructura urbana y las manufacturas de alto estándar.
Es en este escenario que han surgido nuevas oportunidades para Brasil. En años recientes, ha habido un renovado entusiasmo por parte de empresas chinas de Tecnología de la Información para invertir capital en el país, incluyendo participaciones en varias rondas de inversión en startups nacionales, abriendo el camino para la expansión de grandes tecnológicas como DiDi, Tencent y Ant Financial.
De la misma manera, áreas relacionadas con la transición energética han despertado el interés de las empresas chinas, en línea con la meta de China de alcanzar la neutralidad de carbono para 2060, una ambición que necesariamente requerirá la ayuda de aliados en diversas partes del mundo. La reciente entrada de GWM y BYD en el mercado nacional ilustra casos emblemáticos. Además, es cada vez más común la entrada de nuevos proyectos en energías limpias, especialmente solar y eólica, con oportunidades latentes en áreas como el hidrógeno verde, biocombustibles para la aviación y el transporte marítimo, así como la extracción y procesamiento de minerales críticos como el litio.
Los avances de las inversiones chinas en Brasil son notables. En el marco de una agenda común basada en el desarrollo sostenible y tecnológico, Brasil y China pueden dar nuevos pasos hacia asociaciones que fortalezcan no solo las relaciones bilaterales, sino también la posición de ambos en el mundo.
* Este texto fue publicado originalmente en la web de REDCAEM
Autor
Director de Contenido e Investigación del Consejo Empresarial Brasil-China (CEBC), integrante de REDCAEM y autor del estudio “Investimentos chineses no Brasil – 2023: novas tendências em energias verdes e parcerias sustentáveis”.