La elección presidencial de 2025 confirma un profundo realineamiento político en Chile: el histórico clivaje dictadura–democracia deja de estructurar el voto, desplazado por un nuevo eje de conflicto surgido del ciclo abierto en 2019.
La segunda vuelta chilena revive el dilema entre un oficialismo desgastado y una derecha que despierta recelos democráticos, planteando si el país repetirá su historia o abrirá un nuevo rumbo.
La elección chilena de 2025 quedó marcada por el avance simultáneo de las derechas radicales y del populismo anti-élite, dos ejes que reordenan el mapa político y desafían a los partidos tradicionales.
Chile avanza en gobernanza digital al incorporar la participación activa de niños y niñas en la toma de decisiones, trasladando sus voces desde el aula hasta las políticas públicas.