En América Latina, la inestabilidad política suele traducirse en crisis de gobernabilidad profundas, amenazas al orden democrático y una constante incertidumbre sobre el futuro.
La administración, etiquetada como un "gobierno de improvisaciones", se basa en acciones provisionales reactivas y soluciones improvisadas en lugar de una planificación integral para abordar las diferentes crisis.
Los titulares internacionales sobre la invasión de la Penitenciaría Nacional de Haití, en un ataque atribuido al liderazgo de Barbecue, cuyo resultado fue la liberación de más de 3.000 reclusos refuerza la idea del caos y desorden absoluto en un país caribeño totalmente negro.
El paradigma democrático se instaló en América Latina con mayor aplomo que en otras regiones durante la tercera ola democratizadora. Pero actualmente sufre los embates de la corrupción, el narcotráfico, la ultraderecha, las izquierdas autoritarias y la desigualdad.
En Guatemala, un atisbo de esperanza irradia tras la opacidad de gobiernos pasados, aunque las expectativas deben mantenerse cautelosas. Lo que sí urgente es que los políticos adopten un enfoque radicalmente distinto en la forma de hacer política.